El complejo ciclo de las TTA
La clonorquiasis y la opistorquiasis persisten, aunque confinadas, en Asia; la paragonimiasis abre expedientes en África, Asia y Latinoamérica; la fascioliasis aparece por todo el mundo.
Un mal “olvidado”, pero que no por ello ha dejado de existir, provoca una pérdida estimada en 2 millones de años de vida debido a enfermedad, discapacidad o muerte prematura.
Las trematodiasis de transmisión alimentaria (TTA) son producidas por gusanos trematodos, también conocidos como “duelas”, especies con efectos particularmente graves en los seres humanos son Clonorchis, Opisthorchis, Fasciola y Paragonimus.
¿Cómo llegan al interior de la especie racional? Su transporte son peces, crustáceos, o verduras crudos que son servidas a la mesa sin dar cuenta de un ingrediente nocivo: larvas del parásito.
Estas parasitosis (enfermedades causadas por parásitos) van de los animales vertebrados al ser humano y a la inversa. La transmisión directa es imposible.
Los parásitos actuantes sólo se vuelven infecciosos tras haber completado ciclos vitales que implican el paso por huéspedes intermediarios no humanos.
El primero, así lo ha determinado la comunidad investigadora, es siempre un caracol de agua dulce; el segundo varía según la parasitosis: cuando hablamos de Clonorchis y Opisthorchis es un pez de agua dulce, si nos referimos a Paragonimus es un crustáceo; Fasciola no necesita de un segundo huésped intermediario. El receptáculo definitivo es un mamífero, como los humanos.
Los individuos se infestan al disponer del segundo huésped intermediario en sus vías digestivas. En el caso de la fascioliasis, el depositario recibe la carga larvaria al consumir vegetales acuáticos.
DATOS
La carga de morbilidad (número de personas que enferman en un lugar y espacio determinado con respecto a la población total) de estas infecciones se desconoce. La información sobre su epidemiología es escasa. Los científicos sanitarios han identificado a cuatro especies de TTA como causas importantes de discapacidad.
Fascioliasis presente en un hígado. Foto: Archivo Siglo Nuevo
Se estima que, por año, son responsables del malestar de 200 mil pacientes y están vinculadas con más de 7 mil muertes anuales.
La clonorquiasis y la opistorquiasis persisten, aunque confinadas, en Asia; la paragonimiasis abre expedientes en África, Asia y Latinoamérica; la fascioliasis aparece por todo el mundo y afecta a gran número de países.
Si bien se han descrito casos de TTA en más de 70 naciones, las más afectados se encuentran en el continente asiático y en Latinoamérica.
En los Estados afectados la transmisión se concentra en ciertas zonas, allí donde convergen factores conductuales y ambientales que le favorecen en la forma de hábitos alimentarios, métodos de producción y preparación de los alimentos, la distribución de especies de huéspedes intermediarios.
El impacto económico de estas parasitosis es de consideración. Las industrias ganaderas y acuícolas sufren pérdidas porque disminuye la productividad de los animales, surgen restricciones a las exportaciones y se provoca la mengua en la demanda.
CUADRO CLÍNICO
Si causan infecciones leves suelen pasar desapercibidas, se les da eso de ser asintomáticas o poco sintomáticas.
La carga parasitaria elevada es otro cantar. Sus manifestaciones más fuertes son malestar general y dolor grave, en especial en la zona abdominal, esto es más frecuente en el caso de la fasciolasis.
Parasitosis crónicas van de la mano con una morbilidad grave. La sintomatología depende del órgano afectado y marca la ubicación de gusanos adultos en el organismo. El mapa de las TTA es como sigue:
Clonorchis y Opisthorchis: llegan a los conductos biliares finos del hígado, inflamación y fibrosis de los tejidos vecinos son sus señas características, se le relaciona con la aparición de colangiocarcinoma (cáncer de las vías biliares) grave y mortal.
Paragonimiasis: invade el tejido pulmonar, sus efectos pueden confundirse con los de la tuberculosis: dolor torácico, disnea (dificultad respiratoria) y fiebre, tos crónica y aparición de esputo sanguinolento. Si los gusanos migran a otros tejidos las consecuencias pueden ser importantes, sobre todo si arriban al encéfalo.
Fascioliasis: Se instala en los conductos biliares y en la vesícula biliar, trae consigo inflamación, fibrosis, obstrucción, ictericia (coloración amarillenta de piel y ojos) y dolor cólico. Otros males asociados son la fibrosis hepática y la anemia.
Vías biliares intrahepáticas. Foto: Teresa Winslow LLC
TRATAR Y PREVENIR
La investigación médica ha desarrollado medicamentos eficaces y seguros para prevenir y tratar las TTA. Las estrategias de control apuntan a minimizar el riesgo de infección.
El combate a las trematodiasis exige acciones desde los sectores sanitarios humano y animal, así como vinculadas al medio ambiente.
La falta de higiene en el manejo de los comestibles, tanto en su almacenamiento como en su preparación, puede derivar en su contaminación; consumir pescados y mariscos crudos es factor de riesgo.
Que los parásitos mantengan sus ciclos biológicos también tiene que ver con los procesos de saneamiento de agua. El uso de heces, tanto humanas como animales, no procesadas como abono o como alimento para peces puede contaminar el líquido, en particular el de beber, y generar un ciclo de infecciones.
Así, la recomendación pasa por garantizar la inocuidad de los alimentos. En cuanto al tratamiento, el botiquín correspondiente cuenta con antihelmínticos (para infecciones por lombrices) seguros y eficaces.
Una opción para impedir que las TTA causen estragos en los portadores es la quimioprofilaxis, el uso de sustancias químicas para prevenir las consecuencias más graves de la enfermedad, como el cáncer de las vías biliares. Ésta medida se hace llegar, eso es lo que se recomienda, a una cantidad importante de personas en una zona determinada.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un uso vigilado de los tratamientos preventivos. Aunque son raros los casos en que surgen, pueden haber efectos colaterales. Una estrategia que reduce riesgos y costos, señala la OMS; consiste en definir a las poblaciones en riesgo en función del consumo de pescado crudo y centrar en ellas la medicación.
Cuando hay personas con infección presunta o confirmada se pasa al tratamiento de casos individuales. Este enfoque es definido como el apropiado en áreas en las que los casos están menos concentrados y hay mayor disponibilidad de servicios sanitarios. En 2016, unas 600 mil personas en todo el planeta recibieron tratamiento contra las TTA.