La ahijada de Dolores del Río
Herminia Licerio Garay, nació el 9 de noviembre de 1911 en la hacienda de Dolores del municipio de Nazas, Durango. Es hija de Felícitos Licerio Pérez y Herminia Garay Hurtado.
Su acta de bautismo está en los archivos de la Parroquia de Santa Ana en la población de Nazas, inscrita bajo la partida número 58 del libro Actas Supletorias, documento en el que aparece anotado el nombre del presbítero Manuel Gallegos, quien la bautizó el día 25 de febrero de 1912. Su acta de nacimiento desapareció al ser incendiadas las oficinas del Registro Civil, en Nazas, durante la Revolución en 1910.
Años después del nacimiento de Herminia, "Mina", como la llaman sus familiares, su padre Felícitos, sastre y músico que tocaba el arpa, decidió emigrar con su familia a la hacienda de Cruces, localizada dentro del mismo municipio de Nazas, caserío cercano a la población de Pedriceña. En la actualidad es un ejido que lleva el nombre de Emilio Carranza.
Cruces, fue un predio rústico filial de la hacienda Santa Catalina del Álamo, latifundio enorme de los Martínez del Río que abarcaba una superficie de 422 mil hectáreas. Estos terratenientes también fueron propietarios de la hacienda La Hormiga, se ubicaba en los terrenos donde hoy se levanta la Residencia Oficial de los Pinos, en la ciudad de México.
A la hacienda de Cruces llegaron en 1923 uno de su copropietarios, Jaime Martínez del Río y Vinent (1887-1928), acompañado de su esposa María de los Dolores Asúnsolo y López Negrete (1904-1983), quien años después triunfaría como estrella de cine en Hollywood.
Estaban recién casados, él proyectaba dedicarse al cultivo y comercialización del algodón, había escuchado relatos de las grandes y fabulosas fortunas que se lograban con el oro blanco lagunero. Soñaba acumular riquezas y retirarse a vivir con Dolores su esposa en Europa.
Herminia, señala que su madrina Dolores del Río siempre se comportó sencilla con todos los empleados y vecinos de Cruces, la enseñó a montar a caballo Diego Córdoba, quien era el caballerango de la hacienda. "Pronto aprendió, la veíamos por el campo y a las márgenes del río Nazas cabalgando con destreza, muy sonriente", comentó.
De los años de infancia que vivió en Cruces, narra que fue una época de felicidad al lado de sus padres, familiares, vecinos y la grata convivencia que tuvo con el matrimonio Martínez del Río Asúnsolo. "Yo los veía que no se comportaban como patrones, nos trataban con amabilidad a todos nosotros, además eran muy respetuosos", dijo.
"En una ocasión, mi tío Lauro Licerio Pérez, tuvo un accidente al pasarle una llanta del carro de los Martínez del Río sobre una de sus piernas, quedó herido y los patrones ordenaron fuera atendido por un médico. Recuerdo que Dolores del Río iba a verlo a su casa, le preguntaba cómo se sentía, se mostraba preocupada por su recuperación", detalló.
Meses después, la bella mujer nativa de Durango que se convertiría en un mito del cine norteamericano, organizó a un grupo de niñas entre las que se encontraba Herminia y les impartió el catecismo en el oratorio de la hacienda de Cruces para que hicieran su primera comunión; ella fue su madrina. Las ahijadas recibieron entre otros regalos cajas de dulces.
Y agregó: "A mi madrina Dolores del Río le gustaban mucho los animales, su mascota consentida era un pequeño perrito llamado "Dedé", siempre lo traía a su lado y en ocasiones lo cargaba entre sus brazos. Fue chofer de ella y su esposo don Jaime, Antonio Casas, quien tiempo después contrajo matrimonio con mi tía Angelita Licerio Pérez".
Jaime Martínez del Río y Vinent había sido criado y educado entre lujos. Cursó estudios en Inglaterra, donde tuvo un elevado roce social que le dio la oportunidad de conocer y hacer amistad con millonarios y miembros de la nobleza europea en lujosas fiestas, hablaba con soltura el inglés. No estaba hecho para las rudas actividades agrícolas.
A principios de 1924, el latifundista Martínez del Río decidió regresar a vivir al lado de su esposa Dolores a su residencia en la ciudad de México. "Mi papá Felícitos, decía: 'Mi patrón don Jaime no sabe nada de agricultura, no se le da, no tiene vocación, desconoce las labores del campo', evocó Herminia.
LOS BELAUSEGUIGOITIA LÓPEZ
Herminia quedó huérfana al morir su madre, su padre Felícitos contrajo segundas nupcias y ella se fue a vivir con su tía Angelita Licerio Pérez y su esposo Antonio Casas, se mudaron a Torreón.
Recomendado por Jaime Martínez del Río, Antonio, consiguió trabajo como chofer del empresario Salvador Valencia, quien era director de la negociación Valencia Hermanos en Torreón y estaba casado con Rosaura de Anda. Vivían por la avenida Allende a una cuadra de la Alameda Zaragoza.
Herminia hizo estrecha amistad con la Nena Valencia, hija del matrimonio, rememora que disfrutó alegres días con esta familia en sus ranchos San Ramón y Santa Fe. A sus 16 años de edad, los Valencia de Anda recomendaron a Herminia con sus amigos Ramón de Belauseguigoitia y Landaluce y su esposa Benita López Sberck, para que se fuera a trabajar con ellos como dama de compañía de Benita, Nita, como era conocida; oriunda de Bélgica. No engendraron hijos.
Herminia salió de Torreón en los años veinte del siglo pasado para vivir con los Belausteguigoitia López, ellos poseían una elegante residencia en la ciudad de México. En el municipio de Villa Hidalgo, Durango, fueron propietarios de la hacienda San Ignacio que tenía una superficie de 40 mil hectáreas, donde se dedicaron a la explotación del ganado bovino.
Ramón de Belausteguigoitia y Landaluce (1891-1981), era originario de Llodio, Álava, España. Estudió derecho en la Universidad de Salamanca y realizó estudios de economía en Inglaterra. Durante su residencia en Torreón, fue amigo del periodista Antonio de Juambelz y Bracho y de los hombres de negocios Alfonso Franco Armendáriz, Ernesto Bredee de la Garza y Julio Ugarte.
De Belausteguigoitia fue autor de los libros La Sombra del Mezquite, La Novela de un Refugiado, El Valle Inexplorado y Euzkadi en Llamas, éste último lo escribió en España. Durante su residencia en Torreón, redactó el ensayo La Transformación de la Agricultura en México, fue un vasco de ideas nacionalistas opositor al régimen de Francisco Franco. En 1933, atravesó la sierra nicaragüense a caballo para entrevistar al líder revolucionario César Augusto Sandino, quien fuera asesinado en 1934, encuentro que lo indujo a escribir Con Sandino en Nicaragua.
De Ramón de Belausteguigoitia y Landaluce, recuerda Herminia: "Tenía su oficina en el segundo piso de su gran residencia, allí se encerraba a escribir y duraba horas trabajando, era un idealista. Nita su esposa y él me trataron muy bien en México, trabajé contenta para ellos, pero yo extrañaba mucho a mi papá y a mis tíos Antonio y Angelita. Decidí regresar a Torreón."
En 1934 Herminia contrajo matrimonio con Francisco Lugo Canales, con quien engendró a sus hijos Francisco, María Fortina, Hilda, María del Refugio, Sergio y María del Carmen. En la actualidad reside en su casa de la colonia El Campestre en Gómez Palacio.
Testigo de la historia
Hermina Lugo Licerio nació cuando Francisco I. Madero era presidente de México. En el padrón del Instituto Nacional Electoral, posiblemente, sea una de las votantes más longevas del país, el venidero 9 de noviembre cumplirá 107 años de edad. Su memoria es lúcida y le agrada evocar pasajes felices de su vida.
Al final de la entrevista, expresó: "Tengo curiosidad por conocer el resultado de las elecciones del próximo domingo 1 de julio, para saber quién ganará la presidencia de la república, me gusta estar enterada de lo que pasa en nuestro país por medio del periódico y la televisión".