Ronny Someck
Someck es uno de los más importantes poetas israelíes, también es artista visual y colabora con músicos porque asegura que el arte de Euterpe le da alas a su poesía. Su meta es enlazar a Oriente con Occidente y a ello ha dedicado la vida y los once libros de poesía que ha escrito.
Ronny nació en Bagdad, Irak, en 1951, y llegó a Israel dos años más tarde. Estudió literatura hebrea y filosofía en la Universidad de Tel Aviv y dibujo en el Instituto Avni de Arte y Diseño. Enseña literatura, imparte talleres de escritura y trabajó como asistente social de pandillas callejeras. Sus publicaciones incluyen, además de poemarios, dos libros para niños que escribió en colaboración con su hija Shirly. Sus obras han sido traducidas en todo el mundo, se han publicado selecciones de sus poemas en quince idiomas, español entre ellos. Su libro Esto fue traducido por Manuel Forcano (Argentina, Leviatán). En 1997, produjo un disco compacto junto al músico Elliot Sharp en Nueva York. En 2004 montó una exhibición titulada Rabbi Yehuda Halevi–Real Madrid.
Ha sido galardonado con el Premio Especial Jubileo ACUM y el Premio Primer Ministro (en dos oportunidades), también ha ganados los premios Efrat, Ahi y Amichai de poesía. También le fueron concedidos el Poesía Wine (Macedonia), el Hans Berghuis de poesía (Holanda), el Ramat Gan de poesía y la Cruz de la Orden de los Caballeros por Servicios Distinguidos (Polonia). En 2013 fue condecorado como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras (Francia).
El poeta visitó México para presentar su libro El paraíso del arroz, acompañado por la poetisa mexicana Myriam Moscona, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Se llevó una gran impresión no sólo por la organización sino por la cantidad de visitantes que la frecuentan.
Los textos del israelí introducen a sus lectores en situaciones en que memorias y personalidad se combinan con la realidad diaria de la gente con la que ha trabajado el autor en sus talleres y clases. Las alegrías y penas de estas personas han afectado profundamente al poeta. La suya es una visión humanista, lo que universaliza su poesía sin que, por ello, pierda el matiz local que sella sus creaciones. Esta característica de su obra ha favorecido su traducción a más de 40 idiomas, pues se trata de una poesía de lo inmediato, alejada de conceptualismos enrevesados y abstracciones inasibles. En español, se cuenta con la traducción de El paraíso del arroz, publicada por Leviatán.
¿Se concibe como un poeta de la memoria?
Me interesa mucho porque nací en Bagdad, en Irak, y soy una de las pocas personas que ha nacido en un lugar y no puede regresar y visitarlo. Me trajeron a Israel cuando era muy pequeño, todas mis memorias son memorias de segunda mano, cuentos que me han contado, fotos que me han enseñado, y mi imaginario también, por eso siento que mi papel en la sociedad es construir los enlaces del Oriente al Occidente.
Yo enseñé a mi mamá hebreo y es un poco raro que un niño esté enseñando a su mamá la lengua materna. En los años cincuenta llegaron judíos a Israel de 70 orígenes diferentes, cada uno quería hablar en su idioma, mostrar su cultura, el objetivo de cada uno fue tener un papel en la orquesta. Aprendieron a ser maestros en su instrumento sin olvidar que estaban tocando en una orquesta, es una orquesta que está hecha con todos los idiomas del mundo y al final la música salió en hebreo.
¿Idealiza la Bagdad que dejó siendo muy niño?
Tuve suerte, llegué a Israel siendo muy pequeño, mi mente o mi caja negra estaba vacía de memorias, porque, por ejemplo, mis tías que llegaron de Irak cuando eran adultas, vivían en Israel, pero su mente estaba en Irak, ellas comían dátiles y siempre los estaban comparando con los dátiles de Irak. Nosotros, que crecimos en Israel, tenemos sobre nuestros hombros toda la historia del judaísmo y de los judíos, pero también hemos decidido hacer algo nuevo, algo propio. Hacer crecer un nuevo árbol sin olvidar las raíces.
¿Se ha impuesto unir Oriente y Occidente?
Tengo suerte de estar en un lugar que tiene el viento del occidente y del oriente, eso no me confunde, me eleva. En Israel yo trabajo con jóvenes de pocos recursos con historias familiares muy difíciles, también voy con los que están privados de la libertad y soy voluntario en un hospital de enfermos mentales, por otro lado doy clases a estudiantes prominentes en los colegios de Israel, conozco todos los componentes de este cóctel que se llama la sociedad israelí. Creo que el poeta es como un barman que trabaja en el bar y sabe que una buena barra es la que tiene todas las diferentes bebidas.
Foto: El Universal/German Espinosa
¿La lengua es su patria?
Nosotros construimos de nuevo la Torre de Babilonia, revivimos el hebreo que era un idioma que había muerto. Durante dos mil años los judíos vivían en muchos lugares diferentes, habían leído libros en hebrero, sus oraciones eran en hebreo pero no tenían su día a día en hebreo. Si el rey David, que era el rey de Jerusalén hace dos mil años, llega este fin de semana a Jerusalén, él va a entender un poco lo que la gente habla en la calle. Y el papel del poeta es ser el guía turístico del rey David.
¿La poesía es instrumento para contar su historia y la de otros?
Cada poeta habla sobre su historia personal, pero cada poeta también habla de lo que hay en su mente, en su subconsciente, habla de la historia en general, de la historia de otros poetas y de otros pueblos. El estado de Israel nació en 1948, pero no fue algo nuevo para los judíos, fue un pedacito del tren que se llama judaísmo, el estado de Israel es sólo un carro de ese tren.
¿La poesía es central para unir lenguas y diferentes culturas?
Espero que sí, Israel es un lugar en el que se habla en muchos idiomas, uno de los enlaces más importantes es el enlace del idioma, tenemos el penthouse que es el bíblico y tenemos la planta baja que es el slang, y yo trato, con mi ascensor, de viajar entre los pisos.
Pero seguimos sin entendernos...
Creo que tenemos que salir de nuestro propio cuarto y entender que el mundo es un supermercado enorme que tiene todas las cosas que necesitamos, y tenemos que hacer un desmadre en los anaqueles donde están los productos.
¿Tiene compromiso político?
Si pensamos en el poeta como un pianista, entonces el poeta de Israel no tiene sólo el privilegio de tocar en Bellas Artes, a veces tengo que sacar mi piano y ponerlo en una glorieta y poner una pancarta que dice: "No me asesinen, soy sólo el pianista". Este es el papel del poeta en Israel, no sólo puede escribir sobre el cielo, las mariposas y las flores, porque sus poemas pueden aparecer en un libro de poesía pero también en la pancarta de una manifestación en la calle. Poesía no es sólo algo espiritual, es una fuerza, es como un guante de box, tiene una gamuza suave dentro pero afuera tiene una piel muy dura que puede chocar tu cara.
Si Irak te abre las puertas, ¿volverías?
Llegué a Israel como un bebé con una caja negra sin recuerdos y mi patria es el hebreo. Tengo muchas ganas de visitar Irak, todos tienen el derecho elemental de visitar la habitación donde nacieron. Iré como nativo, no como turista, pero no me quedaré.
¿A dónde irías primero?
Shurja, el mercado del que me hablaron. Probablemente ya no quede nada. Fue incendiado durante la guerra, pero todavía existe. Las historias sobre ese mercado son parte de los paisajes de mi infancia, que se hicieron más vívidas cuando las hermanas de mi padre y mi abuelo llegaron de Irak a comienzos de la década de los sesentas. Cada vez que sostenía una fruta, me decían, “Esta es una fruta excelente, pero no como las que encontrarás en el mercado Shurja”.
No mencionaste tu casa o la sinagoga adyacente...
No estoy seguro de que la casa exista y sé que la mayoría de las sinagogas se convirtieron en mezquitas. Hace algunos años, alguien me envió por correo electrónico una airada presentación mostrando lo que le había sucedido a las sinagogas en Irak. Se lo envié a mi madre y ella respondió: “Es una suerte que los convirtieran en mezquitas y no en boutiques”. ¿Qué importa, mientras recen allí al mismo Dios?
¿Se deja todo al salir de casa?
Dejamos muchas propiedades. Si le pagaran a los judíos por lo que dejaron atrás, me gustaría obtenerlo. Pero antes que nada, si alguien te tiende una mano, la sacudes y la agradeces. Si naciste en un país árabe, llevas tus documentos y no te alejas de ellos, hay quienes te definirían como un árabe aunque no hables árabe.
Nací en un país árabe y pertenezco a su cultura, pero soy israelí. Puedo entender al escritor Sami Michael y al erudito de la literatura árabe Sasson Somekh, que se definen a sí mismos como judíos árabes, porque se pasaron allí todos sus años formativos. Mis años formativos los pasé en Israel. Como la mayoría de los poetas iraquíes se exiliaron, mis colegas iraquíes me consideran un poeta iraquí exiliado. Pero yo vivo en mi tierra.