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Lucha libre y dinosaurios

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SAC-NICTÉ CALDERÓN

Sólo por ti dejaba las muñecas para jugar con luchadores. Tenías un ring y una colección que recuerdo infinita, y nuestros personajes luchaban máscara contra cabellera en la sala de tu casa, mientras nuestras madres platicaban en el segundo piso.

Un día corrimos a desordenar los imanes del refrigerador y desde lo alto de las escaleras nos llegó el regaño: volvimos a la lucha libre, sentados en el piso.

Recuerdo el olor de tu casa. La transición natural de mi mundo al tuyo. La presión de tu mano sobre la mía.

Nunca he convertido un recuerdo en un sueño. Sueño, por ejemplo, que me ha crecido el cabello. Que es lacio, como cuando éramos niños. Que mi mamá recibe una llamada, tuya o de tu hermano, y antes de colgar anuncia: 'vamos para allá'. Cuelga y me dice que algo te ha pasado, que tenemos que ir a buscarte. Yo me cambio la blusa frente a la chimenea. Tengo ya la cicatriz bajo el pecho que no tenía cuando vivías. Salimos a tu rescate, pero despierto antes de poder verte.

Los recuerdos de Facebook de ese día me traen una cita de 'El año del pensamiento mágico', de Joan Didion: 'Soy escritora. Para mí, imaginar lo que alguien diría o haría es tan natural como respirar. Y sin embargo, cada vez que yo le suplicaba que se presentara lo único que conseguía era reforzar mi conciencia del silencio final que nos separaba'.

Todo este duelo lo he vivido en sueños.

A veces me pregunto si será lo que siempre escriba sobre ti.

***

El 3 de mayo, Modern Love, del New York Times, publicó un artículo llamado 'Mi hermana desapareció pero aún la veo'. En el texto, Kyleigh Leddy habla acerca de cómo el perfil de Facebook y el buzón de voz de su hermana fueron una herramienta para sentirla más cerca después de su desaparición, para sentir que aún 'vivía': 'a veces -sus amigos- hasta viajan en el tiempo, al responder a un comentario suyo de hace años, y se crea una magia especial; la conversación tiende un puente a través de los años que trasciende su ausencia. La página facilita una continuación, una vida después de la muerte'.

***

Es diciembre de 2018 y recorro las jugueterías de Durango en busca de un dinosaurio. Hay uno que adoro: es un T. Rex bebé, enorme, colorido, que se vende incluso con un pequeño biberón y quiero comprar tres o cinco o todos los que tenga la tienda, pero tu sobrino, que también es mío y que tiene tu nombre y mucho de ti, no quiere dinosaurios 'de juguete', quiere dinosaurios 'reales'. Así que, sin resignarme por completo, dejo la caja del T. Rex y camino hacia otra sección. Meses después, me llegarán por WhatsApp videos de tu/nuestro sobrino imitando dinosaurios, repitiendo sus nombres, y yo me preguntaré cómo es que dejé de buscar muñecas en centros comerciales, aunque no fueran para nadie, para entrar, dando saltitos en vestido, al universo de los animales prehistóricos.

Y entonces me doy cuenta.

De la misma manera que entré, sin poner resistencia, al mundo de los luchadores de juguete.

Al final de 'Después del invierno', Guadalupe Nettel escribe -y esto es una paráfrasis demasiado libre- que son los niños los que tienen la capacidad de inyectarnos 'nueva vida', y de ayudarnos a descubrir que, finalmente, nuestro invierno mental ha terminado. Leía hace poco que el duelo es sólo amor que no tiene un lugar a dónde ir, y no creo estar de acuerdo: todo mi amor por ti se ha duplicado y ahora se va a los dinosaurios, a las guitarritas miniatura, a las canciones de 'Coco', a todas las infinitas posibilidades que los años nos traerán, a lo que sentí la primera vez que me dijeron que B tiene una amiga inseparable desde sus primeros días en la guardería.

***

Lo primero que hice cuando supe que habías muerto fue enviarte un mensaje a través de Facebook. No sé si esperaba que me respondieras o solamente quería la despedida que nunca tuve. Después, pasaba días mirando tu foto de perfil en WhatsApp o tu última hora de conexión, buscando nuestras conversaciones en Facebook, en mis archivos viejos de Messenger. Leddy escribe que el perfil de Facebook de su hermana ayuda a mantener viva su esencia: su forma de escribir, de llamar a sus amigos, las fotografías que decidía subir. Ante el debate de la tecnología como una forma de facilitar el duelo o una zona gris en la que el peligro es nunca dejar ir -como ese capítulo de Black Mirror-, Leddy elige ver a Facebook como una forma de consuelo, y yo también: 'Por ahora' escribe, 'las fotografías mantienen viva su memoria y me gusta la solidaridad de saber en qué momento los demás piensan en ella y cómo expresan ese amor. Con la ausencia llega el olvido, pero Facebook me ayuda a recordar la pérdida que no puedo soportar'.

***

Un día, saliendo de la biblioteca de Balderas, encuentro una exposición de juguetes antiguos. Y ahí están, flamantes, en su pequeño ring de madera y ligas, cuatro luchadores a punto de iniciar el espectáculo. Reconozco a La Parka y sonrío. Es el mismo ring miniatura con el que jugábamos en la sala de tu casa. Son los mismos luchadores de plástico que no había visto de nuevo en años. Tomo una fotografía con mi celular. Era un día precioso en la Ciudad de México.

Este 23 de junio habrá pasado otro año y aún no recuerdo la última vez que te vi. Tampoco he encontrado nuestras fotos. No recuerdo el sonido de tu risa pero sí el movimiento que provocaba en tu cara. Pero no he olvidado tu voz. La recuerdo como si fuera una grabación que puedo reproducir a placer en mi memoria.

Este tampoco es el texto que quiero para ti. Nada ha sido lo que quise para ti. Pero sigo intentando. Sigo buscando dinosaurios.

Escrito en: ITINERANTE recuerdo, Facebook, hermana, perfil

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