'Podrías escribirme un libro'
-Cuéntame una historia
-¿Una historia? ¿De qué?
-De béisbol
-Uhhh tengo muchas, tantas que podrías escribirme un libro.
Corría el verano de 1977 en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y en Durango la euforia era grande por el rey de los deportes, ya que los Alacranes cumplían su segunda temporada en la pelota profesional.
Los Charros de Jalisco dejaron Guadalajara y se movieron al estadio Francisco Villa en 1976 para incluirse en la división Oeste de la Zona Sur junto a Puebla, Aguascalientes y Tigres. Ese año pagaron el noviciado, pero para el ya referido 1977 tuvieron récord ganador (77-71) por primera vez en su historia y avanzaron a playoffs.
Pero hoy no hablaremos de los Alacranes de Durango, sino de Vicente "Huevo" Romo, una leyenda del béisbol mexicano que para 1977 ya había vivido su primera etapa en Grandes Ligas, la más grande y exitosa.
Ahora se encontraba alineado con la escuadra de Cafeteros de Córdoba, un equipo que nunca debió de haber desaparecido, ya que en su corta vida fue uno de los animadores principales de LMB y su afición de las más bravas de todo el circuito.
Romo Navarro se perdió de ocho campañas de LMB cuando mostró su talento al máximo nivel, pero regresó a México para enlistarse con este equipo de "Chara" Manzur -padre de Roberto Manzur- en 1975.
De 32 años, el diestro sudcaliforniano era dominante a más no poder y en ese 1977 se hacía acompañar de "animales" como el chihuahuense José Peña Gutiérrez, mejor conocido como "Peluche"; el cubano Diego Seguí; el diestro veracruzano Salomé Barojas, el zurdo Alfonso Pulido y Ramón Arano, quien tenía doble función al trabajar de lanzador y manejador.
El "Tres Patines" -como le decían a Arano- se quedó dirigiendo al equipo en sustitución de Napoleón Reyes, quien fue el timonel hasta 1976.
Pues bien, Arano Bravo de 38 años tuvo un encargo de tal magnitud por primera ocasión en su carrera y a pesar de su nula experiencia como estratega empezó tomando el papel de "manejador estricto" en algunas cosas, en especial en lo referente a la puntualidad y se dice que en varias ocasiones regresó a jugadores que llegaban tarde a las prácticas.
"Llegó a dejar a jugadores abajo del camión cuando no llegaban a la hora indicada". Recuerda Vicente Romo en la charla con un servidor. "Era muy estricto en eso y ya sabíamos que si no estabas a la hora te dejaba el camión".
Un buen día los Cafeteros terminaron de jugar su duelo dominical en el estadio Beisborama de Córdoba y al finalizar el cotejo se prepararon para viajar más tarde con rumbo a Monterrey donde abrirían serie el martes.
El traslado en camión era de alrededor de 15 horas, así que sólo había tiempo para un buen baño, una cena y nada más que agarrar camino con destino a la "Sultana del Norte.
Así lo hizo todo el pelotón, no sin antes subir al camión una buena dotación de refrescantes ambarinas para aligerar los pesado del trayecto.
Amaneció y el equipo seguía sobre el asfalto de la carretera que pasa por Puebla, luego por un lado de Querétaro y sube hasta San Luis Potosí, para luego continuar a Matehuala y más adelante en Saltillo al Este para Monterrey.
La capital potosina fue un buen punto para una escala a desayunar-comer y, tras designar y llegar al lugar, el camión detuvo su marcha y apagó el motor.
Ramón Arano fue el primero en descender de la unidad, pero antes de hacerlo les comunicó a los sus jugadores y compañeros que tenían una hora para comer.
"Nos bajamos a comer y ya sabíamos que era una hora, un tiempo más que suficiente para comer", agregó el "Huevo" Romo.
Cumplidos los sesenta minutos todos estaban ya dentro del camión listos para que el viaje continuara.
Bueno, casi todos. En el camón faltaba uno que seguía sin aparecer diez minutos pasada la hora acordada y el "Huevo" ya sabía de quien se trataba.
-"Vámonos", gritaron.
-¿Falta alguien?, preguntaron desde la parte delantera.
-Si -contestó el "Huevo"- Arano no ha regresado.
El manejador, quien era el encargado de dar las ordenes desde el dugout y en el camión, era el faltante y el único en quebrar la regla que él mismo había decretado.
-Vámonos -grito el "Huevo". Que se quede.
"Varias veces él había dejado jugadores tirados porque llegaban dos o tres minutos tarde, así que todos parejos y yo le grité al chofer que nos fuéramos".
Al piloto no le pareció muy buena la idea, mucho menos a los integrantes del cuerpo técnico, sin embargo, las voces comenzaron a unirse a la moción.
"Los "coaches" ni el chofer querían dejarlo, pero no les quedó más remedio, ya que al ver que todos los jugadores estábamos de acuerdo tuvieron que aceptar y el chofer cerró la puerta y regresó a la carretera dejando atrás al gran "Tres Patines".
El camión llegó esa tarde a Monterrey y a Ramón Arano no lo vieron hasta el martes en el estadio Cuauhtémoc y Famosa, que ese año abrió sus puertas como casa de los "Fantasmas Grises".
En la reunión previa a la práctica el manejador hizo un moderado reclamo por lo ocurrido, pero no pudo elevarlo mucho ya que sabía que había cometido una falta y además el principal orquestador del correctivo había sido Vicente Romo, uno de los "caballos" de la pelota nacional y líder entre sus compañeros.
"Él había dejado jugadores, pero nunca tan lejos", recuerda sonriendo Romo Navarro. "Éramos buenos amigos y muchos años después me seguía reclamando. "Me dejaste tirado" me decía y nos reíamos".
Recuerde usted que en aquellos años no había nada como teléfono celular, transporte Uber, ni mucho menos redes sociales o transferencias bancarias y por si esto fuera poco, Arano dejó todas sus cosas en el camión cuando se bajó a comer, así que tuvo que conseguir "aventón" a la Central Camionera de San Luis Potosí y de ahí pagar un camión a la capital de Nuevo León. Por fortuna había bajado su cartera y no sólo el dinero para comer.
Ramón Arano no terminó la temporada 1977 como manejador y fue reemplazado por Wilfredo Calviño, aunque se mantuvo como lanzador y desde la lomita entregó récord en 15-14 con efectividad de 2.85.
Los juegos ganados y el porcentaje de carreras limpias era la especialidad de Ramón Arano. La puntualidad no tanto y aquel día pagó caro su demora.
-Pues cuéntame la primera de todas
-Mejor te platico la vez que dejé abajo del camión a Ramón Arano
-Creo que voy a escribirte el libro.
Cuídese mucho.
Buen día, es sábado; que hoy le vaya bien.
Goodbye Horses.....!!
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