Barrancas del cobre, un lugar lleno de maravillas
Don Diego, quien es uno de mis mejores guías en esta región, explicó al sitio México Desconocido, que "estas barrancas se formaron cuando el mundo estaba tiernito y las piedras todavía no cuajaban". Lo cierto es que surgieron hace unos 20 millones de años. Esto sucedió debido a los efectos secundarios del tectonismo que creó a toda la Sierra Madre Occidental. De esta manera, se originaron profundas grietas y las magníficas barrancas que ahora vemos.
Es en las Barrancas del Cobre donde nacen aquellos ríos que luego regarán los fértiles valles de Sonora y Sinaloa: los ríos Fuerte, Mayo y Yaqui.
A la llegada de los primeros europeos a la Sierra Tarahumara, hacia finales del siglo XVI, habitaban en ella varios grupos indígenas. Actualmente, de ellos sólo sobreviven cuatro: tarahumaras (los más numerosos), los tepehuanes, los pimas y los uarojíos.
La colonización de la sierra la iniciaron los misioneros jesuitas a principios del siglo XVII. Su primera misión fue la de Santa Inés de Chínipas, establecida en 1626. Con el tiempo llegaron a fundar más de 50 misiones a todo lo largo de la sierra.
Estas fundaciones sucedieron antes de que fueran expulsados de ella en 1767 por órdenes del rey de España, Carlos III. Las misiones más importantes y de las cuales aún se conservan sus iglesias fueron las de Sisoguichi, Cerocahui, Norogachi, Cajurichi, Bocoyna, Guaguachique, Cuzárare y Satevó, entre otras.
Sin embargo, el impulso colonizador más fuerte lo dieron los mineros. Estos fueron descubriendo minerales importantes desde fines del siglo XVII. Por ejemplo, Urique, Batopilas, Guaynopa, Uruachi, Chínipas, Maguarichi, Dolores, etcétera. El último arribo colonizador, al terminar el siglo pasado, fu el de los madereros, al iniciarse la explotación forestal del bosque.
¿POR QUÉ SON TAN FAMOSAS?
Actualmente, con una red carretera creciente y la vía del ferrocarril Chihuahua al Pacífico, el mundo de las barrancas está cada vez más a la mano. Además, gracias a la belleza del paisaje y a la rica biodiversidad de Barrancas del Cobre, este destino se ha vuelto muy famoso. Por lo tanto, se ha dado un gran impulso a la industria turística.
Desde el tren se pueden disfrutar las barrancas de Urique y del Septentrión. Esto sobre todo desde la estación Divisadero, en donde se encuentran los mejores hoteles de toda la sierra. Al Divisadero ya se puede llegar por carretera pavimentada.
Desde poblados como Creel (con gran oferta turística para todos los gustos), Guachochi, Madera y Divisadero, es posible llegar a apreciar y disfrutar de las muchas maravillas naturales que ofrece esta sierra. Algunos ejemplos son sus barrancas, cascadas (las dos más grandes de México están en la barranca de Candameña: Piedra Volada, con 453 matros, y Basaseachi, con 246), cavernas, lagos, aguas termales y formaciones de piedra.
Culturalmente, la sierra ofrece muchos sitios históricos, como las misiones ya mencionadas, sus sitios arqueológicos, destacando los del municipio de Madera (cuevas con casas de adobe de la cultura Paquimé), haciendas y otros.