Insurrección, un año del golpe a la democracia de Estados Unidos
Se ha cumplido un año del asalto al Capitolio de Estados Unidos, el cual fue incitado por el exmandatario republicano Donald Trump cuando, en un intento desesperado, trató de impedir la validación de la elecciones presidenciales del 3 noviembre de 2020, donde el demócrata Joe Biden se impuso con la histórica cifra de 77 millones de votos.
Con el 50.8 por ciento de los votos a favor de Biden, el 6 de enero del 2021 una turba de miles de estadounidenses de todos los rincones del país, valentonados por Trump, acudieron a su llamado de irrumpir en el Congreso donde se llevaba a cabo la validación de los comicios.
Gritando consignas como "Mike Pence a la horca" y "elección robada" la turba, entre la que había hombres armados, tomó por asalto al Congreso; el funesto día para la democracia estadounidense tuvo un saldo de cinco muertos y 140 elementos de seguridad heridos.
A la fecha, Trump ha rechazado que el 6 de enero se viviera una insurrección armada y a desestimado los señalamientos que lo acreditan como el único responsable del caos vivido un día como hoy, pero de hace un año.
Por esos hechos, el expresidente fue sometido a un histórico segundo "impeachment" o juicio político, sin embargo, al igual que en el caso de la trama rusa, fue absuelto de los cargos en su contra gracias a votos republicanos.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo ayer en una rueda de prensa que el presidente Joe Biden y la vicepresidente Kamala Harris hablarán a todo Estados Unidos sobre lo que significa la democracia.
El demócrata, desde el día de los hechos, considera que Trump, quien sigue teniendo alta influencia en el partido Republicano es una amenaza para la seguridad nacional y la democracia de Estados Unidos, pues, según adelantó Psaki, el expresidente trabaja "constantemente para mermar los valores básicos y la legalidad".
Joe Biden ha considerado el 6 de enero como la culminación de lo que fueron cuatro años en que Trump socavó la Constitución estadounidense e ignorara su juramento hacia la nación, en su búsqueda de amasar poder para él y sus aliados.
NEGACIÓN DE LOS HECHOS
Hoy en día, los votantes republicanos, así como partidarios de Trump y sectores conservadores de Estados Unidos siguen creyendo en las denuncias sin sustento del exmandatario sobre un supuesto fraude electoral.
El exmandatario por su parte llegó a difundir teorías conspirativas el año pasado donde incluso afirmó que los insurrectos no eran sus seguidores, pese a que las imágenes del día y los testimonios de los detenidos y condenados demuestran lo contrario.
Las discrepancias abundan un año después del asalto. De acuerdo a una encuesta realizada por la Universidad de Quinnipiac, en Connecticut, un 93 por ciento de los votantes demócratas considera la insurrección como un ataque directo al Gobierno de Biden; el 29 % de los votantes republicanos cree lo mismo.
Otra consulta realizada por la CBS-YouGov un 85 % de los demócratas habló de una "insurrección", contra un 21 % de los republicanos.
Los republicanos (un 56 %) son más proclives a describir a los alzados como "defensores de la libertad". Una encuesta de The Associated Press y el Centro NORC para Investigaciones de Asuntos Públicos indicó que solo cuatro de cada 10 republicanos recuerdan los hechos.
El ambiente polarizado podría influir en la memoria de los hechos, sin embargo causa extrañeza dado a la abundante información del día del asalto al Capitolio.
Sobre los hechos, resaltan las declaraciones del líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quien dijo que "el [ex]presidente es responsable" al menos en parte del ataque, y del líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, al afirmar que los manifestantes "trataron de entorpecer la democracia. Y no lo lograron".
Ahora, existen dos versiones del 6 de enero del 2021, de las cuales, las que no están fundamentadas en los hechos, han dado pie a una serie de interpretaciones asociadas con las posturas políticas de la gente.
Los republicanos apelaron a una persistente negación de lo sucedido, siguiendo las tácticas de Trump en relación con la elección del 2020. El año pasado la oposición aprobó decenas de leyes que restringen el derecho al voto en 19 estados y se avecinan más batallas en ese terreno.
SECUELAS DE LA INSURRECCIÓN
La noche del balotaje y en sus días consecuentes del conteo de votos, Trump presionó a las autoridades en estados gobernados por republicanos para anular los conteos de votos y "encontrar" sufragios que le dieran la reelección".
Este fue el caso de Georgia, donde el exmandatario republicano llamó al secretario de Estado, Bryan Raffensperger, para exigirle 11 mil votos a su favor.
De acuerdo con información de The Washington Post, las palabras exactas de Trump fueron: "lo único que quiero hacer es esto. Solo quiero encontrar 11 mil 780 votos, que es uno más de los que tenemos porque ganamos el estado".
La presión sobre Raffensperger fue uno de los últimos intentos de Trump antes de ser declarado perdedor de los comicios del 3 de noviembre. Cabe recalcar que amenazó al secretario de Estado de Georgia con acciones legales si no cumplía con sus exigencias.
Las exigencias para frenar el triunfo demócrata llegaron incluso al entonces fiscal general de Estados Unidos, William Barr, quien desacreditó las denuncias. Fue relegado del cargo.
Estas acciones trajeron como consecuencia una serie de modificaciones legales a los mapas electorales de estados gobernados por republicanos, con la intención de impactar negativamente al voto de las minorías negras y latinas, principalmente. El caso más reciente es el de Texas.
Ante este panorama, el presidente Joe Biden presionará por una reforma electoral que frene los "corruptos" intentos de los aliados del expresidente Trump de interferir en el derecho a voto de los estadounidenses.
De acuerdo con la Casa Blanca, la legislación, que los demócratas han impulsado en el Congreso hasta ahora sin éxito, se necesita para resguardar "la integridad de las elecciones" en Estados Unidos frente a los "intentos corruptos de privar a ciudadanos que cumplen la ley de sus libertades fundamentales".
El partido Republicano logró aprobar en 2021 un total de 33 leyes que restringen el voto en 19 estados, y expertos en el sistema electoral estadounidense advierten que esas medidas aumentan la influencia de políticos partidistas del país.
La urgencia de la reforma electoral está a 10 meses de que el país vuelva a las urnas para renovar el Congreso federal y a autoridades estatales, por lo que el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, anunció que antes del 17 de enero programaría un debate y una votación sobre la posibilidad de cambiar las reglas de la Cámara Alta, con el único objetivo de aprobar después esa reforma electoral.