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Pérdida del olfato

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AGENCIAS

Al momento de hablar de trastornos del olfato, es necesario aclarar la diferencia que existe entre dos de ellos: hiposmia y anosmia. Ambas son alteraciones que afectan las estructuras nasales o cerebrales que transmiten el sentido del olfato, sin embargo, en la hiposmia se da una reducción del olfato, mientras que en la anosmia ocurre la pérdida total de la capacidad para oler, según datos del portal Hola Doctor.

Estos trastornos generalmente se deben a alergias, infecciones virales, pólipos nasales, traumatismos craneoencefálicos, anemia, u otro tipo de lesiones. A esta lista de posibles responsables, en 2020 se sumó una nueva causa: la COVID-19.

Durante el trascurso del contagio, era común que se registraran casos de anosmia y ageusia (pérdida del sentido del gusto), mientras que después de la infección, podían ocurrir casos de hiposmia.

Un estudio publicado en Otolaryngology-Head and Neck Surgery, realizó encuestas a más de 616.000 personas en EE. UU. que tuvieron COVID, y halló que, en comparación con aquellos que habían sido infectados con el virus original, las personas que habían contraído la variante Alfa (la primera variante de preocupación que surgió) tenían 50 por ciento de probabilidades de sufrir alteraciones en el sentido del olfato. Esa probabilidad se redujo 44 por ciento para la variante Delta (posterior a Alfa) y a 17 por ciento para la variante más reciente, Omicron.

Sin embargo, una parte significativa de las personas infectadas al principio de la pandemia aún experimentan efectos quimiosensoriales (alteraciones en el gusto y olfato). Según muestra un estudio publicado en Rhinology, que siguió a 100 personas que habían tenido casos leves de COVID-19 y a 100 personas que dieron negativo repetidamente, tras un año de las infecciones, el 46 por ciento de los que habían tenido COVID todavía tenían hiposmia.

A comienzos de la pandemia diferentes estudios señalaron que la COVID podía afectar el olfato debido a que el SARS-CoV-2 ataca las células de la nariz, llamadas células sustentaculares, que proporcionan nutrientes y apoyo a las neuronas sensibles al olor.

Desde entonces, diferentes investigaciones profundizaron en lo que sucede con las neuronas olfativas después una infección. Por ejemplo, en un estudio publicado en JAMA Neurology, un grupo de investigadores analizó tejidos del bulbo olfatorio en la base del cerebro, una región que transmite impulsos nerviosos que llevan información sobre los olores, de 23 personas que murieron por COVID y de un grupo control de 14 personas que fallecieron por otras causas y que no tenían coronavirus detectable al momento de su muerte.

Tres de los 23 pacientes con COVID habían perdido el sentido del olfato, cuatro tenían un olfato reducido, y dos habían perdido tanto el olfato como el gusto. Ninguno de los 14 pacientes del grupo control había perdido el olfato o gusto.

Tras comprarse los tejidos de los pacientes sin COVID-19 con los de las personas que se habían infectado con SARS-CoV-2, en particular con aquellos cuyo olfato disminuyó o que lo perdieron por completo, los expertos hallaron que el grupo con COVID mostraba una lesión vascular más grave y muchos menos axones (parte de las neuronas que transmite los impulsos eléctricos) en el bulbo olfatorio.

Esto no cambió cuando se controlaron estadísticamente otros factores, como el impacto de la edad, lo que sugiere que estos efectos no se relacionan con el envejecimiento y que, por la tanto, se vinculan con la infección con el SARS-CoV-2.

A LARGO PLAZO PUEDE PROVOCAR:

Aumentar el riesgo de enfermedades trasmitidas por alimentos.

Problemas de apetito.

Alteraciones involuntarias del peso.

Inseguridad, problemas de autoestima e incluso dificultad para relacionarse con otras personas.

Escrito en: Covid afectaciones covid salud personas, habían, olfato, COVID

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