
Fiestas y bodas en viñedos
Con la cordillera andina como telón de fondo, las bodegas de Mendoza, Argentina constituyen un oasis de tranquilidad y belleza. Cada año, miles de personas recorren sus viñedos, degustan sus vinos e incluso aprovechan sus instalaciones para celebrar fiestas y bodas.
Ese componente recreativo está "revolucionando" el enoturismo en esta provincia, la principal región vitivinícola del país suramericano, que destaca por ofrecer un amplio abanico de experiencias gastronómicas, culturales y festivas con un denominador común: el disfrute del vino.
"Mendoza siempre tuvo una imagen conservadora. Ahí te das cuenta de que cuando está la oferta, aparece la demanda. Cuando a alguien se le ocurre una buena idea, y lo hace bien, la gente se engancha", asegura Marina Beltrame, directora de la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS).
En los últimos quince años, los establecimientos vinícolas han apostado por el enoturismo, construyendo un "canal de comunicación" directo con sus consumidores potenciales.
"No buscan necesariamente una gran rentabilidad, sino exposición y recordatorio de marca. Al final, esto vuelve en que la gente, cuando está en otro lugar, se acuerda de ese vino para beber cualquier día", sostiene la directora y fundadora de la EAS.
Así, los tradicionales "tours" por las bodegas y los viñedos, las catas de vinos y los menús de varios pasos, que mezclan cocina de vanguardia con distintos maridajes, representan un gran atractivo: entre mayo y agosto del año pasado, unas 213mil 600 personas visitaron las bodegas mendocinas.
En pleno auge del enoturismo, cada vez hay más espacio para la innovación y la captación de nuevos públicos, como sucedió en octubre del 2022 con "Deep into the Valley", una fiesta de música electrónica que combinó vino y gastronomía de alta calidad en las cercanías de las montañas mendocinas.