
Las funciones de un enólogo son sumamente específicas y requieren de mucho conocimiento.
El 7 de septiembre se celebra el día del enólogo, una fecha que reconoce una figura tan importante que muchos consideran el corazón de las bodegas.
Esta fecha se estableció por un acuerdo entre el Centro de Enólogos y Consejo profesional de enólogos de San Juan en el año 2002, eligiendo la fecha por el día en el que Domingo F. Sarmiento inauguró la Quinta Normal 1862 que luego pasaría a llamarse la Escuela Nacional de Fruticultura y Enología.
Su protagonismo ha ido creciendo y se ha tornado una figura fundamental en la comunicación de sus vinos y en la creación de nuevas variedades y sus combinaciones. Hoy se consideran los grandes protagonistas del vino del momento, porque es gracias a sus decisiones que se logran vinos tan diversos y en tantos lugares.
HISTORIA DE LA PROFESIÓN
Nace en la antigua Grecia y se fue desarrollando de manera casi amateur durante varios siglos. Podría confirmarse que Pasteur fue el primer enólogo moderno al analizar el efecto de las partículas de oxígeno en la fermentación. Sus estudios facilitaron la correcta conservación del vino. Ya a mediados del siglo XX se reconoció legalmente como profesión, siendo hoy en día una carrera universitaria.
¿QUÉ CONOCIMIENTOS DEBE TENER UN ENÓLOGO?
Si piensas que ser enólogo se basa exclusivamente en probar vino ¡te equivocas! Un buen profesional debe atesorar nociones de física, matemáticas, química orgánica y bioquímica. También debe dominar la microbiología, la fisiología, la tecnología relacionada con la producción, los procesos conectados con la industria vinícola, la genética, el marketing, la estadística, el análisis sensorial e instrumental y la comercialización.
¿QUÉ FUNCIONES DESEMPEÑA EN LA BODEGA?
Entre las funciones más sobresalientes de un enólogo podríamos destacar las siguientes:
Controlar que la producción del mosto y su posterior fermentación sean las debidas llevando a cabo análisis diversos de las muestras obtenidas.
Coordinar cuándo se deben llevar a cabo las distintas labores de la bodega como el trasiego, la clarificación, la conservación y la estabilización.
Controlar que el proceso de elaboración y crianza del vino es el correcto.
Analizar cómo debe ser la producción para amoldarse a las necesidades de la bodega.
Adoptar decisiones relacionadas con la compra de maquinaria, utillaje y tecnología y todo lo necesario para que el vino tenga la máxima calidad posible.
Estudiar cómo es posible mejorar las condiciones sanitarias y tecnológicas de la bodega para conseguir que el vino sea el fiel reflejo de la filosofía de la bodega. Fomentar la viticultura sostenible con el medio ambiente.
Asegurar que se cumplen las condiciones del Consejo Regulador correspondiente en lo que a las condiciones de la bodega, a la elaboración y etiquetado del vino y al tipo de uva utilizado se refiere.
Diseñar con la propiedad de la bodega la plantación de nuevos viñedos o reducir la extensión de los mismos
Diseñar con la propiedad y el equipo comercial y de marketing la planificación de los vinos desde la viña.
Como ves, la formación de este tipo de profesionales ha de ser tan completa como exacta para conseguir los mejores resultados.