Solidaridad de la sociedad, lo más destacado
Luego de que, hace casi tres semanas, se registró en nuestro país una de las tragedidas más significativas, a raíz de los estragos que causó el huracán "Otis" a su paso por el estado de Guerrero, principalmente, en el puerto de Acapulco, el apoyo solidario del pueblo mexicano se hizo patente, una vez más, por encima de las autoridades de los tres órdenes de Gobierno, pues desde ciudadanos en lo personal, hasta pequeños comerciantes y los dueños de grandes cadenas de tiendas departamentales se han unido a las extraordinarias muestras de apoyo que requiere todavía el ciudadano promedio de esa entidad.
Todos hemos sido testigos, a través de los distintos medios de comunicación, de cómo se originó esa catástrofe que ha dejado heridas muy profundas en el pueblo guerrerense y, en general, en la sociedad nacional, pues se trata de una tragedia, si no de la magnitud del sismo de 1985 que sacudió a la Ciudad de México (en ese entonces llamada Distrito Federal), de tales proporciones que sí se le puede comparar por los efectos desastrosos que generó no solo en cientos de hoteles, sino en decenas o centenas de miles de viviendas de todo tipo, desde las muy humildes, hasta aquellas de habitantes de estrato económico medio y alto.
También, cientos de miles de historias se podrían contar por parte de las familias que vivieron momentos de miedo y horror cuando empezaron a sentir la fuerza de la naturaleza en forma de vientos de hasta más de 300 kilómetros por hora y que, en cuestión de segundos, destruyeron lo que les costó años construir y que ahora también deberán invertir meses, si no es que años, para tratar de levantar nuevamente esas cuatro paredes de las que solo quedaron escombros luego de que el huracán "Otis" se ensañó con los habitantes de ese paradisiaco puerto.
Y es que recordemos que nuestras autoridades federales no supieron reaccionar a tiempo para avisar oportunamente, para advertir a la población sobre el potencial de destrucción que podría generar el referido huracán, con lo que esa tímida alerta del Presidente, en un simple tuit, no bastó para avisarles a los habitantes sobre lo que se veía venir esa noche y madrugada con el poder de devastación que produjo el meteoro, empezando por la zona hotelera y continuando por las colonias de la periferia de Acapulco y sus comunidades rurales aledañas, además del municipio Coyuca de Benítez, donde los efectos no fueron menos intensos.
A pesar de todos esos "inconvenientes", los habitantes, luego de asimilar los efectos tan devastadores y destructivos que les dejó el huracán, han tratado, poco a poco, primero, de asimilar la tragedia y, después, de organizarse para ayudar, en la medida de lo posible, a los vecinos, a sus familiares, sin necesidad de esperar a que la autoridad se moviera para "tratar" de ofrecer apoyo a esa población que resultó tan lastimada por el meteoro que azotó no sólo al popular puerto de Acapulco, sino a otros municipios cuyos moradores también buscan la forma de levantarse.
De manera más que afortunada y providencial, varios grupos empresariales y de la sociedad civil, provenientes de diferentes estados del país, han acudido al centro de la tragedia, adonde han llevado toda clase de apoyos, desde víveres básicos como alimentos, hasta artículos de limpieza, esto a pesar de que, en un inicio, se había dado la absurda orden presidencial de que solo el Ejército podía entregar la ayuda directamente a los afectados, con lo que se inhibió, de forma temporal, la distribución de los insumos a la población, tan necesitada, sobre todo, de productos de la canasta básica para su subsistencia.
Recordemos, en este contexto, que en los primeros días reinaron el caos y la anarquía entre un sector de habitantes que se dedicaron a saquear desde pequeñas tiendas de conveniencia, hasta las grandes cadenas departamentales, de donde extrajeron no solo alimentos y artículos para la higiene personal, sino que además cometieron actos de rapiña al robar prácticamente cualquier objeto de valor que se encontraron dentro de esos negocios, como fue el caso de aparatos electrodomésticos entre los que destacaron televisiones, refrigeradores y lavadoras, entre otros, que no se requerían para hacerle frente a las necesidades básicas.
Luego de que transcurrieron las primeras horas y que se pudieron rehabilitar las carreteras que comunican al puerto de Acapulco, pudimos constatar cómo se hizo a un lado la instrucción presidencial mediante la que el Ejército acaparaba el reparto de la ayuda de alimentos y medicina a la población afectada, y así se pudo vencer ese obstáculo para que todo tipo de asociaciones civiles y la iniciativa en general se abocaran en un enorme gesto de solidaridad para entregar ese apoyo a través de esa mano generosa que siempre ha caracterizado a los mexicanos.
Nos duele aún ver cómo muchos acapulqueños, y guerrenses en general, continúan padeciendo los estragos de ese huracán, sobre todo para quienes tenemos familiares en esos municipios. Sin embargo, poco a poco se sobrepondrán a la tragedia, con el apoyo del pueblo mexicano, que nunca ha dejado solos a sus compatriotas en momentos tan dolorosos y terribles.
La solidaridad, una vez más, se ha puesto a prueba en medio de esta tragedia que ahora les tocó a vivir a los guerrerenses. No obstante, confiemos en que el Creador pondrá todos los medios para que la ayuda les siga fluyendo de manos de los mexicanos que siempre están ahí para demostrar que es más fuerte la generosidad que cualquier fenómeno y cualquier desastre natural.