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Tlaloques: Mitología Nahua

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JUAN CARLOS GUTIÉRREZ BARRAZA

Para los primeros habitantes del altiplano central todo acto fenoménico natural y social estaba relacionado profundamente con vigías o custodios, que no eran otra cosa sino la inteligencia sistemática universal para establecer y conservar un orden, que es el modo en que los dioses o deidades rigen la metáfora existencial de las cosas.

En toda cultura de la especie se esconde el mito que da sentido a la ordinariedad de vida de los sujetos, es así como en estas tierras se tuvo a considerar una gama extensa de deidades que sustentan las necesidades de supervivencia de todas las especies incluyendo la nuestra.

Los Tlaloques eran servidores del dios Tláloc, cuyas funciones eran sobre todo esparcir el agua sobre la tierra rompiendo sus jícaros o jarrones sagrados cuando la lluvia era necesaria para la melodía cíclica de todo lo que es. Los tlaloques además protegían los 4 árboles que eran las esquinas del Tlalocan o el lugar del néctar de la tierra que es la residencia de Tláloc que es un dios portentoso de la lluvia, del terremoto y del rayo.

A saber estas pequeñas entidades o seres divinos al servicio de unos de los dioses principales mesoamericanos también requerían de ofrenda viviente llamados sacrificios, pues eran ejecutores de los caprichos de Tláloc, como pequeños dioses, siendo estas de las principales diferencias con los "chaneques" que son criaturas que no cumplían ningún mandato más que sus propios arrebatos de humor. Las montañas o cerros como las nubes se vinculan con los tlaloques pues son ellos los que con sus preciados recipientes (jarrones), que al romperlos se fraguan los rayos, además procuran la abundancia de lluvia para diversos objetivos: sea para la siembra, el subsuelo, la tormenta y demás movimientos naturales tanto celestiales como terrenales.

Los 4 puntos cardinales o rumbos universales también comprenden los colores del maíz: blanco , amarillo, rojo y negro, también son 4 los tlaloques en orden de importancia, Naplatecuchtli patrono del Este y dios de los juncos y rosales, Opochtli o regente del Norte manifestado deidad de la pesca y apoyo de Quetzalcóatl durante su estancia en Tollan, Tomiyautecuchtli o del Sur dios de los herbáceos espigales y plantas monocotiledóneas o pastos, Yauhqueme o del Oeste patrono de las asclepsias, asteráceas, gutíferas etc., en ocasiones los tlaloques descendían por orden de Chalchiuhtlicue (cónyugue de Tláloc) y diosa de los lagos, mares, manantiales para llenar sus ollas de agua en Amictlán (región de ríos subterráneos) y proporcionar suficiente humedad a la orbe.

Cuando alguien disponía de algún lago o manantial los guardianes de Tláloc se molestaban pues habían nutrido ya a la humanidad por ende exigían y merecían un respeto funesto pues se les otorgaban en sacrificios niños que tuviesen remolinos en su cabello (sìmbolo de sacritud) y seleccionados de este modo eran entregados en el remolino de agua de Pantitlán; mientras duraba la procesión los feligreses lloraban pues su propia agua sería proporcional a la precipitación pluvial que habrá de dar alimento, fuerza, apariencia y actitud a todo torrente dimensional de vida.

Escrito en: Tlaloques Juan Carlos Gutiérrez Barraza colaboración eran, pues, tlaloques, dios

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