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Woody Allen no puede ocultar el peso de los años y las controversias, cumplió 88 y tiene una serie de acusaciones de abuso sexual hechas por su hija, y esas polémicas dirigieron la brújula de sus filmaciones a Europa.
El cineasta sabe, porque él mismo lo dice en la rueda de prensa, que quizá su película Coup de chance (golpe de suerte), rodada en París y en francés, sea la última.
Eso no evita que el cineasta tenga la claridad mental para bromear de vez en cuando y responder con ingenio a las preguntas de los periodistas que lo reciben en una sala cálida y con muchos aplausos al principio de la proyección en el Lido, al igual que en los créditos finales y en el encuentro posterior, dejando muy claro que en Italia no importan los escándalos que han cancelado al director neoyorquino en su propio país.
Aquí, un grupo de 20 mujeres se apostó en el festival para gritar contra Allen: "las chicas no tienen voz, hay que quitarle el foco a los violadores". Luego se disolvió.
Esta es la primera aparición de Allen en un festival internacional desde que acudió a Cannes con Café society en 2016. Poco después dejó las apariciones públicas al reavivarse las acusaciones de abuso sexual de su hija adoptiva Dylan Farrow —a quien adoptó cuando tuvo una relación con la actriz Mia Farrow— que siempre ha negado y que en Italia parecen no haber opacado ni el amor ni la credibilidad del director como en su natal EU, en el que no ha vuelto a obtener financiación para sus películas.