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CALEIDOSCOPIO

Activar el modo juego (parte 1 de 2)

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Activar el modo juego (parte 1 de 2)

GERARDO IVÁN GARCÍA COLMENERO

"No dejamos de jugar porque envejecemos;

Envejecemos porque dejamos de jugar".

- George Bernard Shaw

Me siento emocionado porque estoy aprendiendo a tocar el piano. Desde hace más de un año que llevo a mis hijos a clases de música y hace un mes compramos un piano para practicar en casa. A eso se sumó una app buenísima con la que tocamos los éxitos de ayer y hoy, como dice el locutor. Se nos ha vuelto una actividad que nos fascina. Totalmente de acuerdo con la palabra que en ingles significa tocar un instrumento y jugar: play.

Ahora entiendo que tocar música puede ser como un juego. En algún momento en la escuela llevé la clase de música y recuerdo que saber que me darían esa materia me pareció interesante, aunque no fuera algo que buscaba. Al poco tiempo mi interés se desmoronó, no solo la clase fue impuesta, también el instrumento (flauta dulce) y, para rematar, el profesor la mayor parte del tiempo estaba aburrido. Todo esto para concluir: la música como los juegos no pueden ser impuestos. El juego requiere libertad para participar en él o no. En el juego estamos contentos y gozamos, y en la música también. En cinco palabras: el juego es una actitud.

La doctora en letras Martine Mauriras-Bousquet escribe: "Si se introduce en un laberinto una rata bien alimentada y sin ningún motivo particular de inquietud, el animal se pone a recorrer sus nuevos dominios, a explorarlos sin ninguna razón evidente, puesto que no tiene hambre ni miedo, sino más bien por curiosidad, por ganas de jugar. De este modo se familiariza al parecer con el plano del laberinto; por ello, si se la introduce en ayunas en el mismo laberinto tras haber puesto en él comida, la rata descubre enseguida el camino que conduce al alimento; en todo caso, mucho antes que otra rata que no haya estado allí antes jugando y no haya podido averiguar cuál es su configuración".

Siguiendo con la música, qué diferente es si desde niños nos acercan instrumentos musicales para tocarlos como se nos de la gana: darle palmadas al fondo de la guitarra o rasgarla y jugar que cantas, incluso imaginar que la flauta es un cohete cuando nos cansamos de soplar. La clave está en explorar el material y el entorno sin objetivo, tocar los instrumentos de nuestra cultura y familiarizamos con ellos y su uso. ¡Cuántos objetos de nuestra cultura parecieran estar bajo un capelo con una tediosa ficha técnica!

Ese acto de explorar va de la mano con la curiosidad y ambas con el juego. Curiosidad, exploración, juego. El trío que para Mauriras-Bousquet son los "factores de creación e invención, lo que sustentan los mitos, los ritos de la vida en sociedad y la ciencia misma". En el mismo sentido, el filósofo e historiador Johan Huizinga sostiene en su libro Homo ludens la teoría que el juego precede a la cultura, es decir que la cultura brota del juego.

Más cercano a nosotros el escritor Gabriel Zaid comenta: "Según Marshall Sahlins (Economía de la Edad de Piedra), las tribus recolectoras (hoy en zonas recónditas de Australia, Brasil, Africa) no trabajan: conversan mientras andan de shopping por la naturaleza; no trabajan: juegan, mientras andan de cacería o de pesca. Vivir así es "ser de otro modo" (como dice Huizinga del juego). Pero no como pausa, distracción o suspensión de la vida ordinaria, sino como vida ordinaria".

Este ser de otro modo en la vida ordinaria es lo que hemos olvidado la mayoría de los adultos. De niños teníamos de manera natural activado ese otro modo. Pasaron los años y fuimos normalizando cierta actitud de ¿qué será? ¿sensatez?, ¿gravedad?, "no estés jugando". Dice el maestro José Antonio Fernández Bravo que los adultos somos como niños, pero empobrecidos.

Andre Stern es músico, luthier, conferenciante y autor francés, y considero además que es una persona que aún trae activado ese ser de otro modo en la vida ordinaria. Escribió un libro titulado Jugar en donde se puede leer lo siguiente: "Soñamos con ver en nuestros adultos la seriedad con la que nuestros niños juegan. El niño que juega no pierde el tiempo, no se dedica a un hobby o a una afición. Os habréis fijado en que solo para los adultos "jugar" y "divertirse" significan lo mismo".

Como adultos tenemos dos confusiones sobre el juego. En la cita de Stern hay una clave sobre la primera confusión, se nos desactivó el modo juego porque no tiene sentido si no es como un momento en donde hay que divertirse y nada más. Traigo a cita el pensamiento de Stern porque eso es tan real en nuestra vida adulta que hasta lo establecemos en documentos importantes para la sociedad, y para los niños en particular, como lo es la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de México, que en el artículo 60 cita el juego por primera vez y como derecho, y claro está que en coherencia con esa forma de pensar el juego está contenido en el capítulo décimo segundo: De los derechos al descanso y al esparcimiento.

Entonces, ¿qué es el juego? El juego es, en palabras de Martine Mauriras-Bousquet, "una actitud existencial, una manera particular de abordar la vida que se puede aplicar a todo sin que corresponda a nada en particular. Puro apetito de vivir".

Recuperar el sentido de la palabra juego es importante. La otra clave está en no confundir dos conceptos que continuamente mezclamos: juego y juegos. En inglés lo escriben play frente a games. Si para el adulto es igual jugar que divertirse, es porque entiende al juego como el efecto de los juegos con los que nos entretenemos, por ello que quede claro algo, y lo dice bien Mauriras-Bousquet "Ningún juego instituido garantiza el juego". Cuántas veces y con cuánta expectativa se han comprado los últimos juguetes de moda para los bebés y ellos prefirieron jugar con la caja. Que no se nos olvide que ellos sí traen activado el modo juego. Continúa Mauriras-Bousquet, "En cambio, muchas actividades que no suelen considerarse juegos pueden muy bien ser vividas lúdicamente: un viaje, una charla animada, la creación o el disfrute de una obra de arte, el conocimiento del prójimo, un paseo, el trabajo mismo, todo puede vivirse como un juego sin que lo sea de manera constante".

James P. Carse nos dice que existen al menos dos tipos de juegos, "A uno de ellos se le podría llamar finito y al otro infinito. Un juego finito se juega con la finalidad de ganar, mientras que el juego infinito se juega con la finalidad de seguir jugando". El profesor Carse en su libro así titulado Juegos finitos y juegos infinitos divide actividades humanas en unas u otras, considerando al juego infinito como una filosofía de vida.

Continuará dentro de 15 días

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Escrito en: caleidoscopio juego, vida, modo, juego.

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