Cada pueblo según su estado de evolución
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, los elementos constitutivos de la vida personal y colectiva de los individuos han cambiado profundamente. Las nuevas exigencias sociales han impuesto a los gobiernos la necesidad de adoptar políticas y estrategias innovadoras.
Factores como el crecimiento demográfico, la migración, la aparición de nuevos conflictos y la preocupación por los problemas ecológicos, entre otros, han complicado aún más las decisiones gubernamentales por lo que los gobiernos se han visto ante la necesidad de encontrar respuestas rápidas y eficaces para estos retos.
Es cierto que las políticas públicas y las reformas están influenciadas por las inclinaciones y preferencias políticas de los líderes en turno. Sin embargo, la evolución de las sociedades depende también de la forma en que los líderes guían a la población, plantean y ejecutan avances en consonancia con las características ideológicas de cada etapa histórica. Así, el liderazgo tiene un papel fundamental en el progreso, ya que debe saber interpretar las necesidades sociales y los desafíos de su tiempo, buscando siempre el beneficio colectivo.
En momentos de extrema movilidad y constante cambio, es fundamental reconocer que cada miembro de la sociedad actúa conforme a la etapa evolutiva en la que se encuentra, determinada por las circunstancias sociales, históricas y culturales del momento; éstas a su vez, están condicionadas por los contextos políticos y económicos que imperan en cada sociedad.
Las leyes del estado, en su función jurídica, marcan los límites y las libertades que los individuos poseen. Son estas normas las que regulan el alcance de los derechos humanos, la seguridad pública, la vivienda, la educación, la salud, el empleo y las garantías individuales y en materia electoral. Es importante destacar que, dentro de este marco legal, los ciudadanos deben tener la posibilidad de promover las reformas que consideren necesarias para asegurar el bienestar común. Los cambios no deben ser estáticos; deben adecuarse a las demandas de la sociedad para garantizar el progreso social.
La composición política de los países, incluida el quehacer de los tres poderes ejecutivo, legislativo y judicial, también se ha visto modificado por las transformaciones . La modificación de las instituciones políticas ha sido un proceso constante, que busca la integración de los nuevos actores sociales y políticos, adaptándose a las circunstancias del momento.
En resumen, la evolución de las sociedades no sólo depende de las transformaciones internas de cada nación, sino también de la capacidad de los líderes y de los marcos legales para adaptarse a las exigencias de un mundo en constante evolución. En este proceso, la firmeza y la visión de los gobernantes son esenciales para guiar a las sociedades hacia un futuro mejor, en el que se respeten los derechos humanos y se logren niveles óptimos de bienestar.
Por otra parte, la creciente industrialización de los productos de consumo cotidiano y su masificación vía las tiendas de autoservicio, los efectos predecibles e impredecibles de la ecología y el cambio climático y el crecimiento incontrolable de la migración.
Los elementos anteriores hacen extremadamente difíciles los años que nos esperan por las decisiones que deberá tomar el gobierno mexicano, que, al sortear los complejos problemas, podría esfumarse la transformación y la evolución del país.
El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene que enfrentar con humanismo y firmeza el futuro que se nos presentará a partir del 20 de enero, día en que inicia la nueva administración de Donald Trump.
México se enfrentará a retos difíciles que requerirán fortaleza de carácter, soluciones inéditas y la unión de todos para salir adelante en un mundo cambiante que tiende a extremos.