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De política y cosas peores

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ARMANDO CAMORRA

“ Anoche hice el amor tres veces con mi esposa”. Eso le dijo un maduro señor al padre Arsilio en el confesonario.

Le indicó el buen sacerdote: “Si lo hiciste con tu esposa eso no es pecado”. “Ya lo sé, padre -replicó el veterano-. 

Pero a alguien tenía que contárselo”. El enamorado joven interrogó a su novia: “¿Cuántos hombres ha habido en tu vida?”. 

Ella no contestó.

Tras un largo silencio se inquietó el muchacho: “¿Te ofendió mi pregunta, vida mía?”. “No -aclaró ella-. Estoy contando, y apenas voy en la be”. Pepito regresó de la escuela. Le preguntó su papá: “¿Qué te enseñó hoy la maestra?”. 

“Nada -manifestó el chiquillo-. Traía pantalón”.En compañía de su esposa don Ataúlfo se hizo examinar por un médico. 

El facultativo quiso saber: “¿Fuma usted?”. Le dijo don Ataúlfo: “Sólo después del acto del amor”. Intervino la mujer: “Y yo no se lo evito, doctor. ¿Qué son dos cigarritos al año?”. (Nota. La señora no sabía que por fuera su marido se fumaba una cajetilla al mes). He hablado aquí del tío Sixto, originario y vecino del Potrero de Ábrego.

Tenía bizarras ocurrencias. En cierta ocasión unos muchachos del lugar comentaban el hecho de que el Potrero tenía mucha tierra y muy poca agua, y en cambio Casillas, comunidad de Nuevo León no muy lejana, tenía abundancia de agua y escasez de tierra cultivable. “Hay una solución -dictaminó don Sixto-. Basta alterar un poco el eje del planeta para hacer que el agua de Casillas fluya hacia el Potrero en vez de irse al mar”. 

Le preguntó uno: “¿Y cómo se altera el eje del planeta?”. Replicó el tío: “Yo ya les di la idea. A’i ustedes encárguense de lo demás”. 

La aberrante reforma constitucional aprobada enhoramala por los diputados y senadores de Morena y sus sirvientes del PT y el PVEM carece de ley reglamentaria. Así, es un galimatías cuya aplicación traerá consigo problemas de todo orden y desorden.

Pero López Obrador dirá lo mismo que dijo el tío Sixto: “Yo ya les di la idea. A’i ustedes encárguense de lo demás”.

Astatrasio Garrajarra empinó el codo aquella noche, y llegó a su casa a las 2 de la mañana haciendo más eses que las que en su nombre tiene el Issste. Su esposa lo recibió iracunda: “¿Por qué vienes a estas horas?”. 

Explicó el temulento: “Es que a la una cierran las cantinas”. Tal respuesta encalabrinó más a la señora: “¿Cómo puedes mirarme a la cara?”. “Mi amor -suspiró Garrajarra-, a todo se acostumbra uno”.

 Don Algón invitó a cenar a Nalgarina, vedette de moda, y ella se hizo acompañar por su mejor amiga. Ya en la mesa el salaz ejecutivo le dijo a la cantatriz: “Qué hermosa dentadura tiene usted, señorita Nalgarina”.

Le sugirió a la vedette su mejor amiga: “Pásasela al señor, para que pueda verla más de cerca”. El cliente del restorán le preguntó al mesero: “El espagueti ¿viene solo?”. 

“No, señor -respondió el hombre-. Yo lo traigo”. Babalucas pidió trabajo en una granja lechera.

El granjero le dio una cubeta y un banquito y le dijo: “Ordeña a aquella vaca”.

Dos horas después el badulaque le llevó al hombre la cubeta con la leche. Le preguntó éste: “¿Por qué tardaste tanto?”. 

Explicó Babalucas: “Ordeñar a la vaca fue muy fácil. 

Lo difícil fue hacer que se sentara en el banquito”. El señor Mondo era calvo de solemnidad, circunstancia que en modo alguno lo afligía. Declaraba: “Dios hizo muy pocas cabezas perfectas. Todas las demás las cubrió con pelo”. 

Tuvo motivo de aflicción, siento decirlo, una noche que estaba con amigos en el Bar Ahúnda y comentó, achispado: “Mi cabeza es tan lisita como las pompas de mi esposa”.

Uno de los amigos le pasó la mano por la calva y exclamó: “¡Mira!” ¡De veras!”. 

FIN.

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES preguntó, esposa, señor, Potrero

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