Divagaciones previas a la transición
Si la esperanza es alimento de primera necesidad, ¿mañana los mexicanos tendremos nuestra ración?
Creo que sí, aunque para que ese plato aporte nutrientes a la calidad de vida, será necesaria la colaboración no sólo de quien gobierne, sino de todo aquel que tenga hambre de ilusiones y, mejor todavía, de hechos que se reflejen en bienestar para todos.
El gobernante no proviene de otro planeta y aunque se crea o parezca de otro mundo, comparte la misma naturaleza del gobernado, por lo que ambos deben ser corresponsables del desarrollo de la sociedad que los envuelve.
¿Qué origina este desorden de letras? ¿Nace a propósito de la toma de posesión de la primera presidenta e integra una inteligente proyección de los alcances de su sexenio?
Nada de eso. Comienza en la insustancial reflexión acerca de si mi estado en redes sociales debería cambiar al de "avergonzado y en búsqueda de perdón".
Todo inició cuando tras atragantarme de noticias confirmé la percepción de ser claramente inferior a él, mi gran compañero.
Si su preeminencia estuviera fincada en la capacidad mental que posee, la aceptaría sin dolor y con admiración, como intento hacerlo con mis semejantes.
Pero la superioridad de su ser radica en una característica con mucho mayor peso. Ni mi perro ni todos los de su especie concebirían, como sí lo hacen los de la mía, provocar, por ejemplo, el estallido de aparatos de radiocomunicación para lesionar a sus enemigos, sin importar la cercanía de inocentes.
¿Merecería el respeto de Káiser si además supiera que tengo congéneres que destinaron a una nación 8 mil millones de dólares exclusivamente para matar? ¿Y si además conociera que de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), cerca de 282 millones de personas sufrieron hambre aguda en el 2023, inseguridad alimentaria que padeció más del 20 por ciento de la población de 59 países?
Ningún cánido alfa tampoco aduciría la herencia recibida de sus ancestros para justificar la falta de resultados de su liderazgo a favor de la subsistencia y seguridad del grupo que encabeza.
Menos aún ese cánido concebiría otro motivo que no fuera ejercer el mando para preservar su especie, pensamiento distinto al de algunos políticos que tienen fines tan diferentes como recibir pleitesía por conceder deseos con dinero ajeno, poner influencias a las órdenes de sus negocios o capitalizar la esperanza e ignorancia de quienes creen súbditos, no ciudadanos.
Este día lo inicié con algo más que ahuyentar zopilotes y aceptar que alguno cumplirá su tarea y se elevará con pedazos malolientes de mis pecados, los que, afortunadamente para los carroñeros, abundan.
Hoy, definitivamente, creció mi admiración a Káiser y deseo de pedir perdón a él y a todos los seres vivos por la manipulación y destrucción debida a mi especie, de la que, aunque quisiera, no podría sustraerme.
Admito que debato ajeno a temas de mayor importancia nacional, como preservar la libertad con base en la educación y pluralidad, no en la comodidad de las creencias y entrega del futuro de todas las personas a los dogmas de sola una.
O como si existiera una oposición, no una caricatura de ella, libre de proxenetas de las ideologías y con autoridad moral y motivaciones distintas a la nostalgia por el poder político.
¿Pero es mejor quien avergonzado cierra los ojos para no ver las cadenas que lo sujetan al dictado de sus semejantes poderosos?
¿O aquel que decide desafiar los bloques de concreto atados a esas cadenas, que inexorablemente lo aplastarán, pero que debajo de ellos fluirá, como si fuera sangre, su esencia de ser libre y anhelo para dejar de ser nocivo en la tierra?