El pasado 11 de agosto de 2024, en Durango en Caleidoscopio ,dimos a conocer la significativa relación del músico durangueño Alberto M. Alvarado, con el templo de Santana. Un par de personas que me leyeron en esa ocasión, solicitaban que abordara la leyenda de la campana de oro; sin embargo, para ser franco creo que no aportaría nada nuevo porque es de todos conocida y, además, las campanas del templo fueron sustituidas en el mes de enero del año 1969 y si en verdad había oro ahí, entonces se lo llevaron desde hace 55 años. Mejor vamos a enfocarnos en hechos reales; en esta ocasión daremos a conocer dos accidentes que desafortunadamente terminaron en tragedia, y que sucedieron durante el siglo XX.
El primero ocurrió hace 120 años. Para conocer los pormenores del acontecimiento, copiaré íntegramente la noticia publicada el 13 de julio de 1904 por el periódico La Evolución, ya desaparecido.
"En nuestra edición pasada dimos cuenta a los lectores de este periódico de que, en el Templo de Santa Ana, había muerto el jovencito Alejandro Vale, por haber caído de la parte superior del altar mayor, causándose una lesión en la cabeza, que fue la que ocasionó su muerte.
Por lo pronto nos fue imposible recabar más datos acerca del suceso, pero uno de nuestros reporteros que ha hablado posteriormente con algunas de las personas que estaban en el templo cuando ocurrió la desgracia, supo que esta se debió exclusivamente a un descuido de Vale quien, según parece, pisó en la orilla de la cornisa lateral del lado izquierdo del altar mayor y, como esta no pudiera resistir el peso, se desprendió una parte de ella cayendo al suelo Vale, quien conforme dijimos, sufrió la fractura del cráneo y algunas otras lesiones de importancia, que fueron, sin duda, las que causaron la muerte al joven de quien tratamos.
También supimos que Vale estaba desde hacía tiempo empleado como monaguillo en Santa Ana, donde su hermano Bartolomé desempeña el cargo de sacristán".
Así terminó esa historia. Por otra parte, hace unos meses hallé otro accidente donde alguien perdió la vida dentro del templo de Santa Ana, pero no tuve la precaución de guardarlo apropiadamente, y se me perdió entre los miles de documentos digitales que integran mi archivo computarizado (o sea, desorganización masculina en su esplendor). Le di una buena buscada para incluir dicho episodio en el presente reportaje, pero no lo encontré; solo recuerdo vagamente que sucedió en las primeras décadas del siglo XX, y eran unos cuantos renglones.
Finalizo comentando que la segunda tragedia ocurrida en Santa Ana, fue en 1975. También se trató de un monaguillo, vivía en calle Bruno Martínez, a la vuelta del templo. Esa historia la narré en mi canal de Youtube (que se llama igual que yo), pueden llegar directamente al video mediante el código QR que les dejo aquí.