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El Puente que construyó el Diablo: Vendió su alma por cumplir un compromiso

Conoce la historia de un arquitecto que pactó con el mismísimo rey de las tinieblas para construir un puente.

El Puente que construyó el Diablo: Vendió su alma por cumplir un compromiso

El Puente que construyó el Diablo: Vendió su alma por cumplir un compromiso

FERNANDO RAMÍREZ H

Navacoyán es una localidad ubicada a escasos kilómetros de la ciudad de Durango. En ese poblado, se encuentra un antiguo puente del siglo XVIII que fue construido en tan solo 12 horas, pero no por un obrero de la construcción, sino por un sujeto temible, de ahí el nombre de esta historia: El Puente que construyó el Diablo.

Era el año de 1782, la pequeña comunidad de Navacoyán padecía de constantes inundaciones por la época de lluvias, causando que el río se desbordara para devastar a la región y dejarla incomunicada del pueblo de Durango. 

Solían improvisar viaductos con troncos de árbol, los cuales proporcionaban nula seguridad a los colonos. Como Navacoyán era punto de entrada para el comercio en la capital de la Nueva España, las autoridades del gobierno local ordenaron la construcción de un puente resistente que evitara las inundaciones del poblado.

Optaron por contratar a un Ingeniero de Zacatecas, quien tenía experiencia en la construcción de puentes. El hacendado de la villa lo contrató para que el trabajo fuera terminado antes de la época de lluvias. Si no cumplía con esa petición, el constructor perdería su paga y el dinero invertido en la obra, mientras que el hacendado quedaba exonerado de pagar el costo de la construcción.

Doble o nada, era la apuesta que se jugaba el obrero. Se puso manos a la obra y contrató maestros de obras, albañiles y un numeroso personal para concretar el trabajo. Sin embargo, no supo calcular las fechas con precisión.

Hubo imprevistos que retrasaron el trabajo. La fecha de cumplimiento del contrato se acercaba y solo se había construido el 25% del puente, era humanamente imposible terminar el puente en un corto lapso.

El ingeniero pasó varios días sin comer ni dormir para cumplir su compromiso. Era un hombre de palabra, estaba aterrado de perder honor y prestigio, dos virtudes que en estos días no se valoran. Ante la desesperación, el hombre desdichado dijo que era capaz de venderle su alma al señor del infierno para terminar su obra. 

Al pronunciar esas palabras, hizo acto de presencia un curro con traje negro, quien le ofreció su ayuda. ¡Era el diablo!, que a cambio quería llevarse el cuerpo y alma del constructor a las puertas del infierno. Se cerró el compromiso a la media noche, el Puente de Navacoyán sería construido por el señor oscuro del inframundo.

Esa misma noche, se suscitó una terrible tormenta. Miles de hombres trabajaban en la oscuridad para concretar la obra, todos eran demonios enviados por el diablo, sirviendo como albañiles en la construcción del puente, bajo las órdenes del hombre vestido de negro, que era el diablo en su forma humana. 

A la mañana siguiente, el ingeniero vio con asombro que el puente fue terminado. Para entregar la obra totalmente concretada, le colocó la piedra faltante con mezcla, procedió a buscar al hacendado para entregarle el trabajo finalizado.

Al regresar, se sorprendió al ver la piedra fuera del muro, no había señal alguna de que hubiera sido colocada. El Puente de Navacoyán fue terminado faltándole solamente una piedra, la cual nunca fue colocada.

El maestro entregó el trabajo al hacendado, quien lo recompensó con una fuerte suma de dinero. Sin embargo, se topó con el chamuco que le dijo:

—Vengo por ti para llevarte al infierno, recuerda que hicimos un trato.

El ingeniero se defendió y contestó:

—No cumpliste con el pacto, porque te faltó de pegar una piedra.

El constructor, con tal de evitar su castigo, se dio unas palmadas en los lados del pantalón para simular el aleteo de un gallo, pronunció con fuerza: “Kikirikí, kikirikí, kikirikí”. Como por arte de magia, el diablo desapareció y nunca volvió a molestar al maistro, aceptó su derrota y demostró ser un hombre de palabra.

Fue un final feliz. Ese hombre venció al rey de las tinieblas, mostrando la importancia de la valentía y el honor. El diablo construyó el puente de Navacoyán, pero nunca volvió a aterrorizar esos aposentos.

Escrito en: Plaza de Armas leyendas de Durango hombre, Navacoyán, puente, Puente

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