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FERNANDO RAMÍREZ GUZMÁN

No le falta razón a Fernando Rosas Palafox, secretario de Desarrollo Económico de Durango, cuando aseguró a este medio que no están en peligro las inversiones que se han gestionado para nuestra entidad ante la aprobación de la reforma al Poder Judicial, aunque reconoce que existe incertidumbre en torno a las leyes secundarias que el Congreso de la Unión deberá de presentar y aprobar antes del 14 de diciembre del año en curso.

Adicionalmente, hay que considerar que el llamado Plan C del oficialismo contempla además la desaparición de los organismos autónomos y regresar a Pemex y a la CFE a ser empresas del Estado. Algo que mantiene inquietos a los inversionistas y que se agrega a la elección presidencial estadounidense para que hayan decidido poner freno antes de animarse en invertir, no solo en Durango sino en todo el país.

Nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, y Canadá, a través de sus embajadores han señalado el riesgo para la atracción de inversiones que entraña las reformas al Poder Judicial. El diario de negocios más influyente del mundo, The Wall Street Journal, publicó que firmas extranjeras han frenado unos 53 mil millones en proyectos de inversión, en nuestro país. "Las empresas estadounidenses están retrasando sus planes de inversión en México mientras analizan cómo afectaría una reestructuración del sistema judicial del país a la hora de hacer negocios con el mayor socio comercial de Estados Unidos".

Como hemos podido percibir, lejos de lo que se esperaba, la transición del poder, a pesar de que se hará entre dos personajes de un mismo partido no ha sido tersa en lo absoluto. Por un lado, la figura dominante del líder de un movimiento que goza de gran aceptación y popularidad entre sus correligionarios; por otro, el arribo de una política que ganó en las urnas con un amplio respaldo y que por cuestiones atribuibles a valores como la fidelidad, respeto y admiración para con su antecesor, permitió que este le manejara la agenda, le impusiera a poco más de la mitad de los funcionarios que encabezarán el gabinete, que le impusiera a sus cabilderos tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado.

Claudia Sheinbaum recibirá, además de la banda presidencial, el primero de octubre, un contexto adverso al menos para promover la atracción de inversiones extranjeras y para renovar la firma del tratado T-MEC con Estados Unidos y Canadá. Tendrá que hilvanar fino en las negociaciones con los mercados y no hacer enfadar al próximo inquilino de La Chingada.

Por lo pronto, el 15 de octubre asistirá a la reunión de CEO Dialogue, foro creado por el Consejo Coordinador Empresarial de México y la Cámara de Comercio de Estados Unidos que reúne a funcionarios de alto nivel de ambos países de diferentes áreas de los sectores económicos, financieros, laborales, migración, sociales y gobernanza. Ahí tendrá la oportunidad la Presidenta de México de dar certidumbre a los inversionistas y de enviarles señales de tranquilidad para que se animen a invertir en nuestro país.

¿Será capaz Sheinbaum de cortar el cordón umbilical con AMLO o seguirá sometida a su sombra? De eso depende el futuro de nuestro país y del aprovechamiento del "nearshoring".

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Escrito en: Contraluz Estados, México, inversiones, socio

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