Enfoque. La muestra destaca el trabajo pedagógico y artístico de la pintora, quien trascendió su educación y probó distintas técnicas.
A partir de una cuidadosa revisión de la obra de Rosario Cabrera, una de las creadoras mexicanas más destacadas de la época posrevolucionaria, forjadora de varias generaciones de artistas, el Museo Nacional de San Carlos (MNSC) presenta la exposición temporal "Rosario Cabrera: una pintora a contracorriente (1901-1975)".
La muestra profundiza en el estudio de la renovación de los lenguajes y en la educación artística durante esa etapa en la que se sentaron las bases del arte mexicano. Explora particularmente el trabajo pedagógico y artístico de la pintora, quien fue capaz de trascender su estricta educación académica para enarbolar los ideales de democratización de las artes en México a través del proyecto de las Escuelas de Pintura al Aire Libre.
TRAS LA ARTISTA
Cabrera fue una grabadora avezada, retratista analítica, paisajista con un fuerte sentido del color y una escultora hábil, que supo transitar por las diferentes técnicas y géneros a pesar de que ella misma considerara que su obra "adolecía de unidad". La artista señalaba: "Voy por muchos caminos sin hallar el que tendré que seguir algún día definitivamente".
De las obras que destacan por su habilidad en el retrato están el cuadro de Nahui Ollin, realizado en 1922, un óleo sobre tela de la Colección Tomás Zurián; y el retrato de Lupe Marín, de 1923, perteneciente a la Colección de Juan Coronel Rivera.
La muestra "Rosario Cabrera: una pintora a contracorriente (1901-1975)", que permanecerá hasta el 18 de agosto en el Museo Nacional de San Carlos, es una de las más valiosas del recinto ubicado en Ciudad de México.