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Goya y los Aquelarres

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Goya y los Aquelarres

Goya y los Aquelarres

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

El Halloween es una fiesta que se inició en Irlanda y Escocia, que ahora son parte del Reino Unido, luego estas celebraciones se trasladaron a Estados Unidos durante el tiempo de la colonia. De ahí se difundieron a todo el mundo y en la actualidad nosotros, que tenemos una gran influencia de lo norteamericano, cada año nos acordamos de las brujas y los encantamientos.

Sin embargo, la cultura latina también tiene tradiciones de hechiceras, nigromancias y conjuros procedentes de España: los aquelarres.

La palabra Aquelarre procede del vocablo vasco Akelarre, que se compone de Akerr (macho cabrío) y Larre (prado). Ahora usted sabe que esta palabra significa el prado donde se aparece el macho cabrío, es decir, el mismísimo demonio.

En otra versión, de algunos entendidos en filologías, esta voz no es muy antigua, pues fue acuñada por un inquisidor en los principios del siglo XVII.

Los aquelarres son reuniones de brujas con la presencia del demonio. Una ilustración muy viva gráficamente la tenemos en la obra de don Francisco de Goya y Lucientes llamada precisamente como este fenómeno esotérico.

Como nos lo dice Goya en su cuadro, los aquelarres se hacían lejos de las ciudades, en un lugar a donde muy pocos tenían acceso a fin de que se preservara el aspecto esotérico del acontecimiento. Además, tenían que ser durante la noche, pues se trataba de algo perverso que debía esconderse de los demás hombres. Goya nos presenta un cielo oscuro, con una luna en cuarto menguante y con murciélagos volando alrededor, lo que da un toque tenebroso y terrorífico al siniestro ritual.

Pero el verdadero protagonista del lienzo es el demonio en forma de macho cabrío, con una corona de hojas de parra, lo que manifiesta el carácter dionisíaco de la celebración. Esta figura diabólica se encuentra en el centro de la escena y está engrandecida con relación a los otros personajes a su alrededor.

Las brujas ofrecen al demonio unos bebés que se supone fueron robados recientemente a sus madres. El maligno supuestamente se alimenta de la sangre de estos niños, porque es la más pura entre los humanos, y él la integra a su perversidad.

Las mujeres hechiceras que rodean al demonio son figuras muy propias de este artista, y nos recuerdan los rostros que Goya y Lucientes pintó de la familia de Carlos IV, obra que al rey dejó plenamente satisfecho y orgulloso por su realismo, pero ahora nos damos cuenta de que el pintor se burló impunemente del real señor y sus descendientes.

A Goya no le era dado pintar escenas sexuales explícitas por el tiempo y el lugar en que produjo el cuadro (España a principios del siglo XIX), pero la semidesnudez de una de las brujas nos sugiere una relación erótica con el maligno, además esta hechicera sostiene un tronco de donde cuelgan los niños asesinados, con cuya sangre el demonio se ha dado un festín. Otras brujas están es posiciones sugerentes, lo que indica que se trata de una bacanal con todos sus componentes. En la España de ese siglo, el erotismo era especialmente condenado y perseguido, esa es la razón por la que el artista solamente insinuó las acciones sexuales mediante estas figuras.

Si queremos adentrarnos en el conocimiento de los aquelarres, es muy útil analizar el cuadro de don Francisco de Goya, pues ahí aparecen las más importantes características de estas reuniones.

Además del cuadro de Goya, tenemos descripciones diversas de los aquelarres, pero ninguno de quienes describen estas celebraciones estuvo presente en alguna de ellas, todas proceden, al igual que el lienzo de Goya, de supuestos testimonios de presuntas brujas, sacados bajo la presión del tormento o de la amenaza de muerte en la hoguera.

Por otra parte, ahora sabemos que estas descripciones responden a la intolerancia de una sociedad que inventaba culpables para alimentar su sed de venganza por delitos o pecados inexistentes.

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES Goya, estas, brujas, demonio

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