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Historias de reportero

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CARLOS LORET DE MOLA

Mujer, científica, ambientalista. Mejor que calca, autoritaria y bajo sospecha de coludirse con el narco.

La maquinaria de propaganda del gobierno está haciendo su trabajo. Se topan con frecuentes reportajes y editoriales en la prensa internacional que pintan a Claudia Sheinbaum como una mandataria atada de manos por su antecesor, que ha decidido seguir el libro de texto de las dictaduras y cuya llegada al poder no se entiende sin la colaboración entre el régimen y los narcos que dominan grandes zonas de México.

Para contrarrestar esa imagen de la presidenta de México buscan construir una distinta: una mujer que rompe barreras en un país mundialmente conocido por su machismo, una científica que abrevó de los grandes centros de conocimiento internacionales para aplicarlos en favor de su pueblo, una ambientalista convencida en que el futuro será verde o no será.

Es una buena noticia que la presidenta Sheinbaum parezca decidida a recuperar el papel de México en el mundo. Un lugar que López Obrador desdeñó, presa de su visión aldeana y de sentirse acomplejado en la convivencia con otros mandatarios del mundo. México es un país de primera fila: somos la economía número 12, el 11 en población, un líder natural de América Latina, con una ubicación geopolítica estratégica por compartir con la principal potencia mundial 3 mil 500 kilómetros de frontera y un tratado comercial envidiable.

Qué bueno que la presidenta fue a la cumbre del G-20 en Brasil. Lástima que su desempeño fue como el de los presidentes anteriores -llámense Salinas o Peña, Calderón o Fox-, que presumían en el exterior lo que no podían acreditar en suelo mexicano. Sheinbaum repitió la política del "candil de la calle" de los expresidentes del PRIAN y repitió cualquier discurso de López Obrador (sus palabras fueron un triste copiar-pegar de las vacías retóricas de su antecesor).

No hubo un sello propio. El objetivo de marcar su presentación en sociedad como mujer, ambientalista y científica, se vio opacado por sus inagotables elogios a López Obrador y su intento de tapar que su naciente administración ha abrazado el proyecto de la refinería (energía sucia) de Dos Bocas y el Tren Maya que tumbó 7 millones de árboles y contaminó cien cenotes. En un mundo globalizado, todo se sabe. Trató de disfrazar de avance democrático la reforma al Poder Judicial. No habló de la tómbola ni de las cartas de recomendación de los vecinos. Lástima. Hubiera sido divertido ver las caras de los presidentes del resto del mundo.

SACIAMORBOS

Se reunió unos minutos con Biden. Y en medio de un tablero geopolítico atroz -los coqueteos nucleares de Rusia, la deportación masiva anunciada por Trump, la renegociación del TMEC, las amenazas de aranceles contra México-, la presidenta decidió emplear parte de ese corto y valiosísimo tiempo en preguntarle por El Mayo Zambada. El tamaño de la prioridad es el tamaño del miedo.

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES presidenta, México, Obrador, Sheinbaum

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