Editoriales

OPINIÓN

La motriz, la directriz y la institutriz

PALABRALIA

La motriz, la directriz y la institutriz

La motriz, la directriz y la institutriz

J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

La Palabra es un don maravilloso que caracteriza a los humanos. Por ella hemos podido conservar el saber acumulado a lo largo de los milenios que la humanidad ha vivido sobre el planeta y por ella lo seguiremos acumulando para las generaciones venideras. En un principio lo que se sabía era conservado en monumentos pétreos o en versos, que tenían más la función nemotécnica que estética.

Luego conservamos la información en otros medios, pero siempre la memoria ha hecho referencia a las palabras, sin ellas lo recordado se limitaría a imágenes visuales, olfativas y de otra índole. Por eso la palabra nos hace más humanos a los hombres.

Lo primero que dice el Evangelio según san Juan es que al principio, antes que cualquier otra cosa en el universo, existía solamente la palabra, y que la palabra era Dios. Esa importancia le da el evangelista al prodigio humano que llamamos palabra, y lo curioso es que a este don lo tenemos que llamar con una palabra, con la palabra palabra.

Por esa razón, entre otras muchas, es importante estudiar el lenguaje, porque así nos entendemos como seres humanos, distintos de los demás vivientes que carecen del comercio de la palabra, como decía Jorge Luis Borges cuando se refería a ciertos trogloditas. Por esa misma causa le presento en esta columna algunas reflexiones sobre el lenguaje, sobre el idioma castellano y sobre algunas curiosidades de esta lengua.

Ahora le propongo cómo construimos el femenino de algunos participios activos.

El director tiene como femenino a la directriz, aunque también se puede decir la directora. Ambos vocablos son válidos, pero tenga cuidado cuando se le presente la opción para usar uno u otro. Una bicicleta tiene una rueda motriz y una rueda directriz, y no hablamos de una motora y una directora. En cambio, cuando un niño se porta mal en la escuela lo amenazan con llevarlo a hablar con la directora, nunca con la directriz.

En ocasiones la palabra directriz se refiere a las normas o instrucciones para realizar algún trabajo, y no a una persona o a una cosa.

En el teatro, el actor tiene como compañera a la actriz, no a la actora; pero en el juzgado, la parte demandada se enfrenta a la parte actora y no a la parte actriz. Caso curioso, porque en ambos casos, tanto la actriz como la actora tienen la función de actuar.

El comerciante vende refacciones automotrices, pero si se trata de un taller, que es nombre masculino, el adjetivo que concuerda correctamente es automotor y no automotriz, como muchos lo dicen y escriben.

Don Armando fuentes Aguirre utiliza con cierta frecuencia el adjetivo pecatriz para referirse a la mujer que ha pecado, pero también la correcta gramática nos permite decirle pecadora. Indistintamente se pueden usar los dos adjetivos, aunque seleccionar uno u otro depende de lo elegante o lo sarcástico del discurso. Pecatriz y pecadriz me parecen arcaísmos muy sabrosos, sobre todo cuando encuentro que quien los escribe los aprovecha de manera ingeniosa.

El institutor es el encargado de la educación de los niños dentro del hogar, aunque en la actualidad parecen ya extintos, pues la educación se da en común, tanto la pública como la privada. Note el amable lector que no hablamos de instructor, cuyo femenino es la instructora. Se trata aquí de quien da instrucciones o entrenamiento indistintamente a niños o a adultos, en cambio el institutor (palabra tomada con total literalidad del idioma latín) es exclusivo para nombrar a quien educa a los infantes dentro de una residencia determinada. Pues bien, el institutor tiene como su correspondiente femenino a la institutriz, que no es la niñera, sino más bien una maestra de primaria para los niños de la casa.

Escrito en: EDITORIALES COLUMNAS palabra,, palabra, tiene, femenino

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas