Las disparidades en el futbol mexicano son abismales en las remuneraciones entre jugadores y jugadoras profesionales (JORGE MARTÍNEZ)
El calendario marca el 19 de marzo del 2018, en el Territorio Santos Modelo se disputa el partido de la Jornada 11 de la Liga MX Femenil entre las Guerreras y Las Esmeraldas de León. Aunque las panzas verdes se imponen primero, las locales le dan la vuelta y la mediocampista lagunera Grecia Ruiz, aparte de realizar la anotación que sentencia el encuentro, ejecuta el mejor gol de la jornada, una postal que tiene enmarcada en sus recuerdos.
Yo no viví en carne propia aquel partido, pero resucito el momento de la anotación hurgando en los archivos de este diario donde me topo con la imagen de la celebración: Grecia grita a pecho abierto, sus brazos se transforman en alas y ella parece haber alcanzado el cielo.
Y es que pienso: Grecia sí alcanzó a rozar la gloría porque, aunque por poco tiempo, la joven vivió el sueño de muchas laguneras (y mexicanas): jugar futbol a nivel profesional. Años atrás yo misma fui testigo de su magia; desde que la conocí me pareció una futbolista destacable, por ello, cuando se hizo oficial lo de la liga femenil de futbol profesional no me asombró que ella fuera una de las primeras convocadas por el equipo local, lo que no imaginé es que su carrera futbolística se frustrara a tan sólo dos años de haber arrancado. ¿Por qué? Ella misma lo relata a este diario…
NO SÓLO DE FUTBOL VIVE LA MUJER
La Liga MX Femenil (y por motivos de patrocinio Liga MX BBVA Femenil) se fundó hace apenas siete años, el 5 de diciembre de 2016.
Antes no existía ninguna liga de futbol profesional para mujeres en México. Aunque se trata de un gran avance para el deporte femenil, a la fecha las futbolistas mexicanas enfrentan varios retos, los bajos salarios, por ejemplo.
Grecia Ruiz, como ya se escribió, fue convocada desde el primer momento, y casi sin pensarlo aceptó ser parte del corpus de jugadoras del primer equipo femenil de Santos Laguna. Ruiz no era una novata, desde pequeña se adhirió al ambiente futbolero, y antes de ser parte del equipo principal ya había militado en una escuadra a nivel semiprofesional.
Su sueño era formar parte de la Selección Nacional Femenil, porque eso de que existiera una liga exclusiva para ellas lo veía muy lejano. Sin embargo, a sus 23 años de edad dejó de ver al futbol como un deporte para asumirlo como un trabajo.
“Ya dentro de lo profesional puedo decir que mis respetos por lo que pude vivir en los entrenamientos y en todo ese ambiente. Sí es otra cosa a cómo se vive desde lo amateur, porque aunque nunca lo pensé, le doy gracias a Dios porque tengo la dicha de decir que cumplí ese sueño”, compartió.
Durante los partidos que disputó con la casaca albiverde, ésta mediocampista demostró gran manejo del balón y destreza dentro del rectángulo, pero al poco tiempo también mostró su descontento, porque a pesar de que, dijo, en el primer torneo era de “las mejorcitas pagadas”, percibía un sueldo de 3 mil 500 pesos al mes, es decir, casi 117 por día; una cantidad que actualmente estaría muy por debajo del salario mínimo que consta de 248.93 pesos diarios.
Con esa cantidad la futbolista tuvo que gambetear los gastos de alimento, transporte, vivienda, entre otras cosas, porque su contrato estipulaba que su ganancia se limitaría sólo al sueldo antes mencionado, es decir, no tendría acceso ni a bonos extras, ni a comidas especiales, ni a casa club, ni a otros beneficios que, es bien conocido, los futbolistas hombres sí reciben.
Aunque lo intentó, la joven no pudo vivir sólo de futbol, y optó por ayudar a una amiga en su restaurante de gorditas. Por las mañanas asistía al negocio, y por las tardes asistía los goles en los entrenamientos. “En el tercer torneo llegaron (al equipo) chicas a las que les pagaban hasta siete mil pesos al mes o algo así, no te puedo asegurar eso al 100 por ciento, pero había rumores, porque Santos decía que la liga (MX Femenil) tenía una cláusula que estipulaba que no podían pagar más porque se trataba de un torneo que estaba empezando. Actualmente la verdad desconozco cuál sea el salario, pero creo que ya debería ser alto para que de verdad las mujeres puedan vivir sólo de futbol”.
Para el cuarto torneo de la liga, el equipo de casa decidió darla de baja, pero por su alta competitividad logró atraer la atención de los Pumas de la UNAM, escuadra que le mejoró el sueldo, no así las condiciones.
La lagunera firmó contrato con las de torso dorado para el Torneo Clausura 2019 y se mudó a la CDMX. “Ahí me pagaban seis mil 500 pesos al mes, aún así era muy poco para vivir en México, no me daban casa club, ni nada, yo tenía que pagar todo por mi cuenta”.
Considerando que el costo total de vivir solo en la Ciudad de México puede oscilar entre los 14 mil 500 y 34 mil pesos al mes ¿Cuál era la esperanza de que su carrera futbolística prosperara?
Grecia Ruiz supo pronto la respuesta y renunció al Pumas a mitad de torneo.
“Ahí se acabó mi carrera profesional en la liga femenil”.
Tan pronto regresó al terruño recibió una oferta de Santos Laguna que también tuvo que rechazar, porque en ese entonces ya tenía un trabajo en el que facturaba más que siendo mediocampista.
Ahora la exfutbolista profesional maneja un negocio de snacks y nieves en Torreón, dice que con esa actividad encontró mejor estabilidad económica. Aunque ya casi no juega, en su memoria permea aquel partido contra las panzas verdes en el que regaló a su equipo y a la afición un épico gol, que para ella, quizá, represente su consagración.
CUANDO EL TALENTO NO ES REMUNERADO
El sueño de Grecia Ruiz no es él único que se rompió. A lo largo de siete años son varias las jugadoras que decidieron renunciar por el mismo motivo que ella.
Por ejemplo, Berenice Muñoz, cuyo nombre pasó a la historia por ser la primera anotadora de la Liga MX Femenil, anunció su retiro en el 2022. A pesar de que demostró ser una futbolista rentable, lo más que pudo conseguir que le pagara un club fueron ocho mil pesos al mes y ese fue Querétaro. En ese entonces, Muñoz declaró a varios medios de comunicación que su intención no era retirarse del futbol, pero, expresó, llegó un momento en que le resultó insostenible. Actualmente también ha dejado ver su deseo de reincorporarse a un equipo porque aún anhela consagrarse como futbolista.
Otro caso es el de Daniela Pulido, que en el 2020 publicó un video en YouTube en el que explicó su retiro oficial del equipo de Chivas Femenil. Entre las razones, expresó la exjugadora, fue el tema salarial.
“No podemos vivir de esto. Yo ganaba cuatro mil al mes, pero hay compañeras que ganan menos que eso, es imposible mantenerse con dos mil pesos al mes, es por eso que me orillan a tomar esta decisión, quiero llegar a un lugar donde valoren mi tiempo y mi trabajo”, fue uno de los mensajes más contundentes que lanzó Pulido durante el material audiovisual.
Los tres casos anteriores demuestran de forma micro un problema macro: la brecha salarial por razón de género. Un dato es que en México, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la brecha salarial de género es del 16 por ciento.
En el futbol, por ejemplo, un hombre gana, en promedio, 183 veces más que una mujer.
Debido al descontento de las futbolistas, y lo evidente que resultó la falta de voluntad en proveerles un salario digno y mejorar sus condiciones para que pudieran dedicarse exclusivamente a jugar futbol, se generaron varias reacciones, una de ellas fue que la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofese) inició una investigación en el 2018.
Derivado de lo anterior, en el 2021 la Cofese sancionó a 17 clubes de la Liga MX, a la Federación Mexicana de Futbol y a ocho personas físicas por coludirse en el mercado de fichaje de las y los futbolistas. Las multas impuestas sumaron en conjunto 177.6 millones de pesos.
Según información de la misma comisión, una de las conductas sancionadas consistió en un acuerdo para fijar un tope máximo a los salarios de las jugadoras, acción que confirmó a El Siglo de Torreón la exfutbolista Grecia Ruiz, y que eliminó la competencia entre clubes para contratarlas con una mejor remuneración y profundizó la brecha salarial por razón de género.
“Desde la creación de la Liga MX Femenil en 2016, diversos clubes acordaron el establecimiento de un tope salarial para estas deportistas en función de tres categorías: una, las mayores de 23 años ganarían un máximo de 2 mil pesos; dos, las menores de 23 años, 500 pesos más un curso para su formación personal y tres, las jugadoras de la categoría Sub-17 no tendrían ingresos, pero podrían tener ayuda de transporte, estudios y alimentación”, puntualiza la Cofese en un boletín publicado en septiembre del 2021.
Este acuerdo fue sustituido por otro en la temporada 20182019, y mediante un comunicado la Liga MX informó a los clubes que el tope máximo sería de 15 mil pesos y sólo cuatro de sus jugadoras podría ganar por arriba de ese monto, además de que los apoyos en especie no podían superar los 50 mil pesos por torneo.
Además se puede leer que: “La práctica, cuya duración fue de noviembre de 2016 a mayo de 2019, constituyó un acuerdo colusorio entre los clubes que tuvo el objeto y efecto de manipular los precios (en este caso los salarios de las jugadoras) y evitar que los clubes compitieran por su contratación mediante mejores salarios, lo que no sólo repercutió negativamente en su ingreso, sino también tuvo como consecuencia ampliar la brecha salarial por razón de género”.
Cabe mencionar que dentro del expediente IO-002-2018 figuró el equipo local, Santos Laguna, que al igual que las otras 16 escuadras fue investigado por la posible comisión de prácticas monopólicas absolutas en el mercado del fichaje de jugadores profesionales de fútbol en el territorio nacional.