La posibilidad de la separación
Nada es para siempre.... La parte menos feliz de vivir en pareja es cuando nos tenemos que separar...vivir en pareja implica la posibilidad de que en algún momento nos podamos separar...
Hoy vamos hablar de lo que se vive cuando se pierde una pareja y como se puede uno separar de la mejor manera. No quiero decirte que no te va a doler, no te voy a dar tips para que no te duela, por supuesto que no, te estaría mintiendo si así lo hiciera.
Detrás de cada pérdida vienen implícitas ciertas lecciones, y una de ellas es que hay que saber perder ganándose. A veces pensamos que este final es el final final, y la verdad es que no es así, ojalá lo fuera, nos evitaríamos muchísimo pero muchísimo dolor.
Cuando hubo un vínculo genuino, una separación duele, y va a doler ¡bastante!, aunque ya hayas estado preparándote para esta situación, a veces nos preguntamos: ¿porque si estaba yo tan convencido, porque me duele tanto?
Perder a un ser querido cuando fallece, no dista mucho del dolor de cuando una relación termina, es un dolor muy parecido. Hay ciertos eventos internos, ciertos recuerdos, uno se cree que ya se fueron pero resultan que no... abrimos un cajón y aparece, escuchamos una canción y vuelve a aparecer, probablemente nos invade la nostalgia del tiempo vivido, de la fecha que se acerca, de ese viaje que hicimos juntos, regresas al mismo lugar y nos da nostalgia, de aquellos encuentros que eran buenos, la nostalgia de oler, de tocar ese cuerpo que estuvo contigo durante tantos años, van a llegar momentos de ternura por los recuerdos que construyeron juntos, van a llegar destellos amorosos, por lo que fue y por lo que no. Llega la soledad, el temor, muchos sentimientos en este proceso de separación.
Uno se cree que la distancia y el olvido se los ha llevado, pero no necesariamente, cuando menos lo pensamos, encontramos en nuestro interior, al menos mientras dura el proceso de la separación y de la pérdida, sentimientos que llegan como huéspedes a nuestra vida y estos sentimientos habitan nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro estar.
A estos sentimientos hay que otorgarle a cada uno un cuarto, una habitación, de nuestro corazón, hay que tratarlos como lo que son, como huéspedes que vienen de paso y no tienen por qué quedarse. Hay que tratarlos y cuidarlos como a un huésped, con su debida atención, con su ungüento necesario para sanarlos, con presencia, estar presentes para que se sientan atendidos y poco a poco se vayan de la mejor manera, cuando le das espacio a todos estos sentimientos, los escuchas, los cuidas los acompañas, llega el momento en que van a partir como estos huéspedes complacidos por el buen trato, empiezan a perder intensidad y se van y solo entonces la alegría regresa a tu vida, si no lo hacemos entonces se van a enquistar ahí, como inquilinos latosos que nunca se van y no pagan renta.
Una separación no nos exime del dolor, cada separación exige una dosis de dolor, no hay duelo con anestesia y es verdad, no hay manera de que te separes y que no duela, hay que pagar un precio, por cada aumento de conciencia se paga el precio, por haber amado se paga el precio.
Estamos diseñados para acercarnos al placer y alejarnos del dolor, pero permitirte el dolor, rendirte ante el dolor, permitírtelo, es liberador, la otra opción es resistirte, pero lo que resistes persiste. No podemos ser más sensibles al placer sin ser más sensibles al dolor, el pariente más cercano al amor es el dolor, pero el dolor aceptado, permite que el amor pueda seguir fluyendo y donde hay amor no hay extravío, no nos perdemos.
Cuando lo aceptas no hay sufrimiento innecesario, no hay violencia absurda, cuando nos resistimos hacemos cosas locas, debemos intentar que las separaciones como todas las perdidas, sean lo más constructivas posibles, para que al final podamos ganar, siempre hay una ganancia no tan tangible e inmediata.
Oportunidad significa, llegar a puerto, atravesar un portal, llegar más allá de lo conocido, oportunidad, para llegar a puerto y empezar una travesía. El crecimiento se ve al tiempo, y entonces nos damos cuenta que ya no somos los mismos, hemos evolucionado, hemos roto paradigmas de cómo deberían ser las cosas, es ganancia que nos da experiencia y madurez.
La vía para encarar una separación tiene como meta restaurar el amor y el reconocimiento de lo amado en su momento, de lo que, si fue posible, aunque la relación ya haya terminado, aunque los caminos ya estén separados, hay que reconocer el amor que sí hubo, las cosas amé, honrarlas y darles un lugar en tu vida.
En el camino de la separación uno aprende que todo cambia, hay cosas en las que no tienes poder ni control, nadie está obligado a lo imposible, eso te lleva a sumir tu condición humana y frágil, en algún momento todos somos corazones heridos.
Dicen que, si quieres saber tu verdadero potencial ¡quédate sin recursos! solo así sacamos recursos empolvados, desarrollamos nuestra parte creativa y se despiertan alternativas de solución para vivir mejor.
Algunas de las ramas de nuestro árbol se van a romper o están rotas, pero esa es tu perfección, no puedes tener todas tus ramas bien... pero, un día finalmente, el dolor pasa no sé cómo, pero pasa...