Lanzar la piedra y esconder la mano
Más allá del papelón en que se convirtió la reelección de Rosario Piedra Ibarra, como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en el Senado de la República, preocupa la evidente pugna entre las tribus morenistas y, más aún, la intromisión del expresidente López Obrador, situación que atenta en contra del liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum quien envía, muy a su pesar, señales de debilidad.
Desde que inició su gestión al frente de la CNDH estuvo marcada por el escándalo. En la elección, en noviembre del año 2019, al parecer emitieron su voto 116 senadores, pero solo contabilizaron 114, de los cuales 76 fueron para Piedra Ibarra con los que no se alcanzarían las dos terceras partes requeridas por la ley.
Lo más notable de Piedra Ibarra es el tinte color naranja con el que se tiñe el pelo. Durante su gestión se dedicó a chatarrizar a la CNDH. Claudicó en ejercer su función de contrapeso y protección para los ciudadanos. En cambio, protegió en no pocas ocasiones al gobierno, al Ejército y a la Guardia Nacional. No se ha puesto del lado de activistas sociales ni de periodistas. Organizaciones civiles han denunciado una serie de "omisiones deliberadas" que solo evidencian una parcialidad en su actuar. La Comisión de Piedra ha llegado al grado de negar la existencia de violaciones de los derechos humanos, como si no hubieran existido durante el sexenio de AMLO.
En octubre del año pasado todos los integrantes del Consejo Consultivo de la CNDH renunciaron en protesta contra la Administración de su titular. Y es que en su labor ni defendía a las víctimas ni emitía recomendaciones.
El 15 de noviembre del año en curso era la fecha para renovar a la ombudsperson federal. El Senado, a través de las comisiones unidas de Justicia y Derechos Humanos, se encargaría de integrar la terna de candidatas; para ello realizaron una evaluación con base en las comparecencias, trayectoria y opiniones de organizaciones especializadas en la defensa de derechos humanos. De esa evaluación resultaron 12 aspirantes seleccionados, entre los que no se encontraba Rosario Piedra. Los senadores incluyeron 3 perfiles más, incluyendo a Piedra. Al evaluar a las 15 opciones, la funcionaria de pelo color naranja salió evaluada en el último lugar.
Al final de cuentas, los senadores bajaron a la segunda candidata mejor evaluada, Tania Ramírez, para agregar, de manera por demás descarada, a Piedra Ibarra, la peor evaluada. La maniobra era clara: mantener en el cargo a la hija de la histórica luchadora social Rosario Ibarra de Piedra, a petición de ya saben quién.
Debido a las denuncias de diferentes colectivos que se pronunciaban en contra de la reelección de Piedra Ibarra, algunos senadores morenistas y de los partidos afines (verdes y del PT), no tenían contemplado votar por Piedra. Sin embargo, bastó una bajada de línea, es de suponer que desde el rancho La Chingada, para que todos los senadores de la 4T (87 votos) dieran su voto para reelegirla.
Para propios y extraños el suceso marca que en el duelo de vencidas Palenque se impuso a Palacio Nacional. Lo nunca antes visto, un mandatario doblegado por su antecesor.
El mensaje no deja lugar a dudas: No se hagan bolas; el que manda es AMLO.