Chaac.
Siendo su padre Dzul-Há (caballero del agua) y su madre Sac-Huc (luna blanca), Lol Beh (hija) estaba ya condenada desde su nacimiento en Chichén Itzá, y su su padre angustiado no dudaba de lo que leía en el firmamento como carta astral que era que su hija amada sería sacrificada por mandato de los dioses. Los sacrificios humanos son de suma importancia para toda comunidad primaria en mesoamérica puesto que daba consentimiento a las fluctuaciones de las deidades que a modo emocional y hasta visceral requerían de la atención del ser humano para beneficiarse sea con lluvia para la fecundación de la tierra y así los alimentos.
Lol Beh era una hermosa niña que emanaba una atracción genuina con los animales, colibríes, venados y demás criaturas que sentían paz a su lado; a ella le encantaba observar el firmamento, que sin saberlo sería el mismo que le profetizaba la muerte por el dios Chaac por demás berrinchudo al necesitar vidas para la obtención de sus bondades y no así la falta de lluvia y las sequías que habrían de traer consigo hambre y desespero a la comunidad. Dzul-Há consternado por el futuro de su hija construía un pasadizo dentro del cenote sagrado donde sería dicha inmolación.
Llegó el día del sacrificio y Lol Beh fue vestida con lujo y recorrió el camino hacia el templo de Chaac despidiéndose de los seres vivos y con miedo por el siguiente paso para cumplir los caprichos del dios. Los sacerdotes emocionados cantaban y la gente al paso de la hermosa niña no dejaba de proclamar plegarias , coronas de jade, humo de copal y barro en ollas para ofrendar al dios del clima., y así creían que si para el medio día la niña conseguía flotar entonces habría logrado comunicación con el dios venerado; la gente ya había reparado de la ausencia de Dzul-Há que siendo sacerdote de Chaac y padre de la sacrificada le concedían respeto por no estar. Ya preparada y lista fue arrojada a las aguas cenagosas y con ella objetos y demás cosas para el contento de la deidad; después de un momento en el agua Lol Beh sintió un jalón en los pies y creyó que era su fin, sin embargo, fue su padre que le llevó a un lugar cubierto de maleza y tapó la cueva que había hecho anteriormente, cuando vió que no no se hallaba en la superficie del agua entonces se retiraron del lugar y así cuando la gente dormía Lol Beh y su padre salieron del cenote rumbo a Xaman-Há que hoy conocemos como Playa del Carmen, pero la comunidad empezó a darse cuenta que el sacerdote no acudía y de ese modo encontraron aquella cueva que les habría salvado.
Halac-Uinic o el rey de Chichén Itzá y los sumos sacerdotes enfurecieron pues no es más que una ofensa al dios Chaac y ordenaron su búsqueda por todo lugar , pero nunca encontraron rastro alguno y regresaron frustrados. Chaac, el gran y omnipotente Chaac conjuró y condenó a los habitantes del Mayab de que serían castigados cruel y sangrientamente. el Mayab sería invadido por extraños y ellos martirizados y esclavizados. Fue en esos días cuando Lol Beh y su padre Dzul-Há vieron en el océano unas naves extrañas con velas desplegadas que se dirigían a cozumil (hoy Cozumel) eran Hernán Cortés y sus hombres, el nuevo mundo opuesto al conocido había llegado a raíz del enojo consumado de Chaac.