Los títulos estrambóticos y sus lectores estupefactos (I)
De vez en cuando, ciertos autores literarios titulan algunas de sus obras con expresiones crípticas, a veces entendibles solo por una pequeña élite de lectores, como siempre lo deseó Jorge Luis Borges. La extravagancia de estos nombres deja al lector pasmado y, a pesar de las consultas y las reflexiones, la intelección comúnmente sigue resultando magra.
Un libro de Elena Garro, que popularizó un canal de televisión, se llama Los Recuerdos del Porvenir.
Este título es contradictorio en sus términos, como el famoso círculo cuadrado. Es imposible asir su significado, pues el contrasentido en las palabras mismas lo hace inexistente, por eso ni siquiera lo podemos imaginar, pues solo se recuerda lo pasado; de lo que vendrá aún no tenemos conocimiento, ni mucho menos recuerdos.
Pero lo que sí podemos saber es el origen e historia de estas expresiones. En este caso, la autora del libro alguna vez refirió que el título procede del nombre que tenía un establecimiento comercial en el entonces Distrito Federal, y que era precisamente ese: Los Recuerdos del Porvenir. Esta extraña nomenclatura, a su vez se la pusieron porque en el mismo lugar, en tiempos pasados hubo una tortillería llamada El Porvenir. Luego, el dueño del nuevo establecimiento, al no tener otro nombre a la mano, simplemente lo denominó “Lo que queda de aquella tortillería llamada El Porvenir”, es decir, Los Recuerdos del Porvenir.
Esta situación no es muy extraña en nuestro país. Recuerdo (y esto sí es algo del pasado) una pulquería en la misma Ciudad de México, denominada Los Recuerdos de la Carambola, que se refería a un salón de billares que había estado asentado en ese lugar en tiempos aún más antiguos.
Y a propósito de pulquerías, en lomás recóndito de mi memoria está presente que Chava Flores, el compositor de la vida urbana capitalina en la década de los cincuenta del siglo pasado, mencionó en alguna de sus canciones la existencia de un establecimiento donde vendían pulque, el cual se llamaba Las Glorias de Modesta. Si nos ponemos a pensar, encontraremos que, si esa mujer era muy modesta, no se gloriaría de nada, entonces también el nombre de esta pulquería resulta contradictorio, pero hasta ahora no he podido enterarme si el establecimiento alguna vez existió, mucho menos he resuelto el enigma del origen de ese curioso nombre.
Allá por los años sesenta, yo pasaba con cierta frecuencia por Ciudad Juárez, Chihuahua. En una de mis correrías por ese puerto fronterizo, me topé con un camión, cuya ruta tenía un nombre muy turbador: Crucero del Futuro.
Luego que vi el letrero en el frente de la unidad, me llené de inquietud. ¿Acaso si abordo ese camión me cruzaré con el futuro? Si se refería al futuro con relación al ahora, cuando llegue a ese crucero ya se tratará del presente de entonces, ¿o tal vez significaba que aun cuando llegara al dicho crucero me encontraría con el futuro del entonces? Por más que le daba vueltas al asunto, no atinaba a responder satisfactoriamente.
Para mi fortuna (no sé si buena o mala) ese mismo día pregunté a mi prima Virginia Ramos el sentido del letrero en los autobuses urbanos que cubrían esa metafísica ruta, y con toda la naturalidad del mundo me dijo que los camiones tenían su parada terminal en un crucero donde estaba un estanquillo llamado El Futuro, nombre no muy extraño en ese tipo de establecimientos comerciales. A partir de ahí, se disiparon todas mis inquietudes, pero también terminó la magia de la especulación heideggeriana.
Lo interesante de estos casos es que la combinación casi aleatoria de palabras dio como resultado expresiones cuyo significado ni los más profundos filósofos pueden explicar, aunque admitan un esclarecimiento completamente banal, como la historia del local, que primero fue tortillería y luego otro tipo de comercio, o la simple presencia de un destartalado tabarete en el crucero de marras.
Pero lo que sí podemos saber es el origen e historia de estas expresiones. En este caso, la autora del libro alguna vez refirió que el título procede del nombre que tenía un establecimiento comercial en el entonces Distrito Federal, yque era precisamente ese: Los Recuerdos del Porvenir.