Participación. En la boda de su amigo Hugh Grosvenor, el príncipe fue el encargado de acompañar a los huéspedes hasta sus asientos.
El príncipe Guillermo se tomó un día libre de sus deberes reales para servir como anfitrión en la boda de su amigo Hugh Grosvenor, duque de Westminster, un evento interrumpido brevemente por manifestantes ambientalistas.
La boda de Grosvenor, de 33 años, uno de los terratenientes más ricos de Gran Bretaña, con su pareja Olivia Henson, de 31, es uno de los eventos de la alta sociedad del año en Gran Bretaña.
Guillermo, de 41 años, llegó con otros anfitriones a la catedral de Chester, en el noroeste de Inglaterra, antes de la misa al mediodía. El lugar está cerca de la finca Eaton Hall de cuatro mil hectáreas del duque, donde los invitados asistieron a una recepción de boda privada.
INTERRUMPIDOS POR MANIFESTANTES
Cientos de espectadores reunidos afuera de la catedral aplaudieron la llegada de Grosvenor, vestido con un traje de mañana, y Henson, con un vestido de novia blanco de la diseñadora británica Emma Victoria Payne. Su largo velo, que llevaba sobre una tiara, ondeaba al viento.
Cuando la pareja salió de la catedral para besarse frente a la multitud que los esperaba, dos manifestantes ambientalistas rociaron polvo naranja de un extintor. La policía se los llevó rápidamente.
Grosvenor es padrino del príncipe Jorge, de 10 años, el hijo mayor de Guillermo y su esposa Catalina, conocida popularmente como Kate.
Kate, recibe tratamiento por un cáncer y no asistió a la boda. Tampoco lo hizo el hermano menor de Guillermo, el príncipe Enrique, que vive en California con su esposa Meghan y sus dos hijos.
Grosvenor heredó su título a los 25 años tras la muerte de su padre en 2016. Su antepasado, Sir Thomas Grosvenor, se casó con la heredera Mary Davies y adquirió lo que entonces era un pantano en 1677. A lo largo de generaciones, la familia desarrolló sus terrenos hasta convertirlos en dos de los barrios más prósperos de Londres, Mayfair y Belgravia.