Retrasar, reusar y ojear
Seguramente a usted le ha pasado que se siente confundido porque encuentra palabras muy parecidas, es decir, algunas veces vemos vocablos muy semejantes uno a otro, y no atinamos a entender su significado o la diferencia que hay entre ellos. Al fenómeno gramatical del que estamos tratando se le conoce como paronimia. Esto significa que existen palabras cercanas una con otra, como lo acabamos de apuntar.
Empezamos la ilustración de la paronimia con los verbos retrasar y retrazar. ¿Hay alguna diferencia? Pregunta quien esto escribe, y el lector contesta con la evidencia del cambio de la ese por la zeta, que con seguridad redunda en una modificación del significado.
En efecto, el primero de estos verbos significa que una acción está siendo demorada, se difiere en el tiempo por alguna razón, y esto a algunos causa molestia, como a los pasajeros de algún vuelo comercial que estaba anunciado para despegar a una hora determinada y se retrasa algunos minutos, o incluso, varias horas. En cambio el otro verbo, que se escribe con zeta, nos habla de un segundo o tercer trazo cuando alguien está realizando un dibujo sobre una superficie de papel, o bien, cualquier trazo en cualquier parte. Entonces se trata de volver a trazar, porque las primeras líneas se perdieron o no le fueron útiles al dibujante.
Es posible que alguien se retrase en retrazar, pues usted o yo podríamos esperarnos a garabatear otras líneas luego de que pensamos que podríamos mejorar el dibujo, sobre todo si usted o yo somos quisquillosos o perfeccionistas. Más difícil sería retrazar un retraso, pero posible si se trata de una descripción literaria, de la que se hacen algunos trazos verbales sobre una demora, y después se vuelven a hacer porque el autor desea mejorar las expresiones.
Otro par de verbos semejante a esta curiosidad es el compuesto por rehusar y reusar. El primero, ya lo sabe usted, es negarse a emprender una acción, o a aceptar algo porque no le gusta o por cualquier otra razón. El segundo es usar algo que de hecho ya está usado, es decir, volver a utilizar algún objeto.
También, como lo mostré en el otro par de verbos, es posible que alguien se rehúse a reusar, pues no a todos nos gustan las cosas de segunda mano, preferimos lo nuevo, lo que nadie ha utilizado, porque el desgaste lo hace cada vez más inservible.
Le ruego, amable lector, que no se rehúse a seguir leyendo este artículo porque me entristecería, pues la finalidad de la escritura y su correspondiente publicación es precisamente que sea leído, que nadie que pueda acceder a él se rehúse a leerlo, pues nos dejaría frustrados al escribidor y al editor. En cambio, sí le agradeceríamos que lo reúse, que lo utilice de nuevo para leerlo, lo que nos alegrará al autor y a quien ordena su publicación, pues si lo lee reiteradamente nos sentiremos satisfechos por haber cumplido una labor: escribir y publicar algo que le interese a un buen número de personas para que se conviertan en lectores asiduos.
Hojear y ojear también se parecen, pues la pequeña diferencia consiste solamente en la hache inicial. Hojear es pasar las hojas de un libro, un cuaderno, o algo que se le asemeje, en cambio ojear es dirigir la mirada a cualquier objeto, por ejemplo, las letras de este texto.
Si quiero ojear un libro, tengo la necesidad de hojearlo, pues no podría verlo si no le doy vuelta a las páginas, es decir, no puedo ojearlo sin hojearlo, a menos que se trate de un libro en un medio digital, pero aun así, hay fabulosos programas o aplicaciones en los que se puede simular el hojeo para que el lector tenga un ojeo satisfactorio cuando se adentra en la realidad virtual.
Como usted puede darse cuenta, la ortografía es útil, por lo menos en los parónimos que se pueden prestar a confusión.