
A cinco años de la pandemia
Esta semana cumplimos cinco años de que en México se declaró la pandemia, el 11 de marzo de 2020, y apenas un día después se registró el primer caso en Durango. A media década de esta crisis de salud que cobró la vida de casi 700 mil personas, en nuestro país, surgen algunas interrogantes: ¿qué hemos aprendido y cuáles son las secuelas que aún enfrentamos?
La pandemia nos obligó a replantearnos lo verdaderamente importante. El distanciamiento físico nos hizo ver la importancia de la cercanía emocional y la valoración de nuestros seres queridos. La ausencia forzada nos enseñó que los momentos compartidos y el apoyo mutuo son insustituibles.
La colaboración entre vecinos, la ayuda comunitaria y el compromiso social se convirtieron en herramientas vitales para enfrentar el aislamiento y el miedo. Este lazo social fortaleció la confianza en la capacidad colectiva de sobreponernos a los desafíos y reavivó el sentido de pertenencia que tanto necesita nuestra sociedad.
En medio del miedo a la muerte y la incertidumbre del futuro, muchos reforzamos la fe, pues confiar en el Creador se transformó en un bálsamo que nos ayudó a amortiguar la angustia, dando fuerza para seguir adelante.
La mayor lección de esta experiencia es el profundo reconocimiento del valor intrínseco de la vida. No obstante, entre las secuelas más graves se encuentra el impacto en la salud mental.
El aislamiento, el duelo y el estrés acumulado han dejado huellas significativas en nuestra sociedad.
La pandemia no solo nos arrebató vidas, sino que también nos enseñó el valor de la cercanía, la importancia de la solidaridad, la fortaleza de la fe y la necesidad de cuidar integralmente nuestra salud.
@arlncontreras