Artesano.
JUAN CARLOS GUTI?RREZ
El siglo de durango
Con aromas a tierra mojada, chocolate y vainilla se descubren los secretos más íntimos que guarda la memoria en pueblos de México donde se fragua el barro como tradición y modo de vida que insiste en no morir en ese curso de tiempo que tiñe la piel en matices ocres-terrosos.
Las manos sabias que aprendieron el arte de forjar con barro son las mismas que se juntan en oraciones mismas que se dirigen también por medio de las "copaleras" disipando "los malos aires"que asfixian cosas del alma.
A 82 kilómetros de la Ciudad de México y a 51.9 de Cuernavaca se ubica el Pueblo Mágico de Tlayacapan donde se elaboran comales, cántaros, ollas, cazuelas, platos, jarros y jarrones que integran la oferta artesanal de este pueblo y de localidades vecinas. Con el paso de los días se sumaron elementos decorativos como macetas, floreros, ceniceros y cruces, por lo que este lugar es uno de los favoritos del turismo local, nacional e incluso internacional.
Para lograr una pieza, los alfareros necesitan varios días de trabajo. Comienzan con la extracción de la tierra con la que se realiza el barro para posteriormente comenzar a darle forma a la pieza que van a realizar. Para elaborar el barro, lo primero que deben hacer es acudir a los terrenos donde consiguen la arcilla antes de la época de lluvias, por lo que aprovechan para cargar suficientes costales.
Una vez que tienen la arcilla, se muele con una piedra para poder hornearla y quitarle las impurezas; después, con un poco de agua se revuelve para ir creando poco a poco el barro. Para elaborar el barro, lo primero que deben hacer es acudir a los terrenos donde consiguen la arcilla antes de la época de lluvias, por lo que aprovechan para cargar suficientes costales.Una vez que tienen la arcilla, se muele con una piedra para poder hornearla y quitarle las impurezas; después, con una pequeña cantidad de agua se revuelve para ir creando poco a poco el barro, es así como lentamente se va moldeando, casi de forma poética, cada pieza que habrá de ser usada para ofrendas o conmemoraciones sagradas que visten a las comunidades de protección y cuidado a base de una lógica superior.
El barro es, así como la tierra, el sustrato espiritual donde nacen las cosas del hombre, ese lugar lleno de calor en fuego que produce malpaíses en el centro y sur del país suponiendo arte en diseños naturales expuestos y decorativos. Un elemento que desde lo ancestral nos dice tal vez de dónde venimos y hacia dónde vamos.