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VANESSA BARDÁN PUENTE

El corazón del hombre es muy parecido al mar, tiene sus tormentas, tiene sus mareas y en sus profundidades también tiene sus perlas... Este 2025 te voy a dar una receta mágica: viaja al mar... viaja, por un tiempito corto, largo pero ve al mar... hay una terapia deliciosa que se llama mar, no se puede ser infeliz cuando se tiene el mar frente a ti, la arena bajo los dedos y el aire moviendo tus cabellos, la cura para cualquier cosa es agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar, el mar le habla al alma, nos transmite calma y es por eso que siempre volvemos ahí... nuestro ritmo respiratorio y los latidos del corazón se vuelven más suaves y pausados, provocando esa maravillosa sensación de inmensa tranquilidad, pura serotonina, es como un alivio que recorre todo nuestro ser por volver al lugar donde empezó la vida. El mar es una cura para el estrés. Nos ayuda a estar en estado meditativo, de paz y serenidad, es decir; que nuestros cinco sentidos están concentrado es un sólo elemento: el mar. Por eso, notamos esa tranquilidad en nuestra mente cuando estamos en contacto con el mar. El mar tiene efecto meditativo y calmante. El sonido de las olas del mar activa la corteza pre frontal del cerebro, un área asociada a las emociones, haciendo que la capacidad de bienestar y autoconocimiento se amplíe. El solo hecho se sentarse en la arena, escuchar y observar el vaivén de las olas calma la mente, pero si decides nadar también encontrarás tranquilidad. ¡Agua salada, alma lavada!. El movimiento del mar y su inmensidad hipnotiza... la delgada línea del horizonte que une un azul con otro azul permite que la mente divague. Cuando nos plantamos en la arena de la playa y nuestro cuerpo se relaja, nuestra respiración se vuelve más pausada y nuestro cerebro hace clic. Se nos esfuma, de golpe y porrazo, todo el estrés acumulado. No hay duda que también hacer castillos en la arena es ¡pura diversión! ¡Bah¡ Qué tonto es creer que somos más poderosos que el mar o el cielo, estar frente al mar me hace sentir verdaderamente pequeña y pone mi vida entera en perspectiva, al ver su peligro, su inmensidad e infinitud, me vuelvo humilde y vulnerable, me obliga a cuestionar mi perspectiva del planeta y mi lugar en él. Llena de asombro, me siento tan pequeña y pasajera y el mar me muestra un símbolo de la vida sin límites y de la forma en que uno puede perderse en el viaje por la vida. Mirar al mar me hace amar la naturaleza, y querer cuidar el planeta. Los mares son la principal fuente de vida, albergando el 90% de los seres vivos y ocupando un 70% de nuestra superficie, proporciona hábitats para organismos de todo tipo: desde microorganismos hasta la gran ballena azul. Son la fuente de oxígeno más grande del planeta, incluso más grande que los bosques y las selvas, este gran cuerpo de agua salada que cubre gran parte de la tierra, sustenta nuestra vida con alimento, medicina, oxigeno, inspiración y mucho más. Cuando cuidamos del océano, el océano cuida de nosotros. Piensa en él como el corazón del planeta: bombea oxígeno, nutrientes, agua y; regula las condiciones meteorológicas a lo largo del mundo. Así que si alguna vez, tiras la toalla, que sea en la playa, no hay nada como estar al borde del océano. Definitivamente cada tres meses deberíamos ir al mar, debería ser como una indicación médica, como tomar dos litros de agua por día, porque con cada ola, una tras otra, nuestros sentidos no pueden evitar encenderse, por eso yo solo pido larga vida al mar, al sonido de las olas y a todos los atardeceres que se esconden en él....

Escrito en: Cariñoterapia mar,, tiene, vida, nuestra

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