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CS y la crítica

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SERGIO AGUAYO

La relación entre prensa y presidentes siempre ha sido complicada y se mueve de acuerdo con reglas no escritas. Claudia Sheinbaum le bajó el volumen a la polarización del sexenio pasado, pero Teuchitlán y las colectivas de madres buscadoras están poniendo a prueba esa decisión.

En los años sesenta la información estaba férreamente controlada por el presidente. La noche de Tlatelolco el presidente quiso imponer su versión de los hechos ordenando al secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, declarar a la prensa que los estudiantes habían sido los agresores. Ni el Excélsior de Julio Scherer García se atrevió a contradecir al general de división. Al día siguiente Scherer sí permitió que Abel Quezada protestara sustituyendo sus dibujos con una mancha negra. La tituló ¿Por qué?

La prensa extranjera se encargó de ponerle un tapabocas monumental a Gustavo Díaz Ordaz. 96 corresponsales y enviados presenciaron la masacre y la versión que difundieron se sintetizó en las primeras líneas del reportaje publicado el 3 de octubre en la primera plana del New York Times: "Tropas federales dispararon con rifles y ametralladoras contra una manifestación estudiantil pacífica". Esa fue la narrativa que prevaleció dentro y fuera de México.

La relación prensa-presidentes evolucionó porque creció la tolerancia mutua. Una parte de los medios siempre respalda la versión presidencial, otra la critica; en ambos casos influye la convicción y/o el lucro. El fracaso de las estrategias gubernamentales contra las organizaciones criminales puso a prueba el entendimiento.

Quienes estuvieron en el círculo cercano de Felipe Calderón reconocen que terminaron perdiendo la guerra narrativa frente a los medios críticos. Lo mismo pasó con Enrique Peña Nieto, sepultado por el caso Ayotzinapa. Sin embargo, y salvo algunas excepciones, se mantuvo una cierta mesura porque raras veces se personalizaron las acusaciones entre presidente y medios.

En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se rompieron todos los acuerdos tácitos. La polarización fue causa y efecto de una cascada de reproches mutuos que señalaban a personas e instituciones. Con el surgimiento de las redes sociales creció la importancia de los youtuberos y de las máquinas de odio que operan desde las sombras.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha cambiado el fondo y la forma en su relación con la prensa. A diferencia de su predecesor se abstiene de adjetivar a medios o periodistas. Sus intervenciones son mucho más cortas y precisas y su tono hacia los reporteros es más amable y menos confrontativo, aunque sí sugiere satisfacción o reproche.

Teuchitlán y las madres buscadoras han puesto a prueba la mesura. Hay momentos en los que se le nota a la presidenta una profunda irritación, aunque da marcha atrás e insiste en rechazar "las ofensas personales" y en condenar las "campaña[s] con dinero para desprestigiar sin ningún fundamento".

Por coincidir con esto último, llevo el análisis a los periodistas y empresas que se dedican -por vocación y/o lucro- a cultivar el odio a favor o en contra de la 4T. Desconcierta que una presidenta más mesurada siga apoyándose en los youtuberos zalameros de la primera fila mañanera; están tan vistos como el fiscal.

Es igualmente desconcertante que sigan operando las cuentas anónimas que nacieron en el sexenio pasado para denostar a los críticos de la 4T. Dos de las más conocidas entraron a la batalla por la narrativa de Teuchitlán.

@ChicShion secunda la versión del fiscal de que "no hay ningún campo de exterminio" para luego añadir sin dar evidencia que hay una "campaña pagada y artificial" de "pseudoperiodistas y dizque colectivos" para luego acusar de "complicidad" al colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco que fue quien destapó el caso Teuchitlán. La cuenta @catrina_norteña se dedica a exaltar a voceros de la 4T como el senador Gerardo Fernández Noroña a quien felicita por "DESPEDAZA[R] a la fachiza y sus fake news".

¿Quiénes pagan estas cuentas tan anónimas como las que tachan a la presidenta de #PreSirvienta o #NarcoPresidentaClaudia?

Es positivo que se haya reducido la tensión entre medios y presidencia. Deberíamos también preocuparnos por exhibir y condenar las máquinas del odio en redes sociales que maltratan nuestra precaria civilidad.

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES presidenta, medios, versión, relación

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