Cuéntame tu historia
¿Quién no ha soñado con ser un héroe alguna vez? Los héroes de la literatura y el cine nos han fascinado, inspirado y emocionado, en todas sus aventuras, amamos sus historias de lágrimas, felicidad o despedidas.
En todos ellos observamos características que admiramos, como valentía, convicción, honestidad, fuerza o libertad.
Un héroe no sólo viaja a tierras misteriosas o mágicas sino que también realiza un viaje a su interior que lo hace cambiar y ser mejor persona.
Todos admiramos a alguien, tenemos uno o varios héroes de referencia, ya sean reales o ficticios y no solo viven en las Galaxias, Avatar o en Ciudad Gótica, también los encontramos en el mundo ordinario y real.
Todos somos héroes potenciales en espera de un momento en la vida en el que llevar a cabo una acción heroica, para salvarnos a nosotros o para ayudar a otros.
Un día sin más, en la llamada aventura, al protagonista se le presenta un problema o desafío. El miedo quizá pueda provocarle resistencia y puede negarse a salir de la zona de confort, pero, si continua adelante nunca le faltará un mentor que lo apoye y lo entrene para responder al desafío.
El héroe a pesar del miedo, se enfrenta a la travesía, que está llena de pruebas, aliados y enemigos. El héroe va superando las pruebas en su camino, se sobrepone de su miedo y entonces, solo entonces, llega la recompensa y con todo lo aprendido se completa su transformación.
Seguramente te has dado cuenta de que, dependiendo de la manera en la que nos contemos la historia, valoramos de una manera u otra a los personajes que intervienen en ella y juzgamos de diferente modo la naturaleza del problema.
La forma como nos contamos las historias, puede afectar al contenido de lo que se está contando y la manera de retratar el trasfondo moral de los personajes. No es la misma historia contada por Caperucita Roja que por el Lobo Feroz. Siempre seremos capaces de generar historias alternativas para explicar, tanto a los demás como a nosotros mismos, lo que nos ocurre.
El viaje del héroe es una narrativa terapéutica, que nos ayuda a encontrar el sentido de nuestras vidas y la de los demás, descubriendo en qué punto de tu vida te encuentras, por lo que has pasado y hacia dónde vas, es una forma de enmarcar tu vida, darle sentido y significado y sacar fuerzas de ahí.
Es como un despertar mientras vas mirando hacia tu interior y en esa mirada vas encontrando tur recursos internos que incluso podrías haber sentido perdidos.
Al revisar las experiencias pasadas se integra lo vivido, de tal forma que puedes decidir a dónde te gustaría dirigirte en el futuro de una forma más ligera y más conectada contigo. Todos tenemos al menos una historia que contar, algún momento en el que el destino, la suerte o simplemente las circunstancias nos empujaron a cambiar el rumbo de nuestras vidas, estos puntos de inflexión marcan nuestra historia personal.
¿Te has escuchado contando tu propia historia? ¿eres la víctima o el héroe? No todo lo que sucede es tal cual lo pensamos por mucho que queramos, en ocasiones las historias que nos contamos no son tan reales como pensamos y puede que lo que nos genere tanto sufrimiento no sea lo que ha sucedido, sino lo que nos hemos imaginado y posteriormente narrado a nosotros mismos ¿Por qué no probamos a poner en duda nuestros relatos? ¡Somos unos hábiles cuentacuentos!
Esto una estrategia de supervivencia, que nos puede traer ciertos problemas, ya que aumenta las posibilidades de errar. Lo que se traduce en la presencia de sesgos y distorsiones cognitivas, es decir, malinterpretaciones o formas erróneas de procesar lo que hemos experimentado.
Las historias nos convierten en personas diferentes, con experiencias y vivencias únicas y excepcionales. Todos tenemos razones para reescribir nuestra historia, hay quienes creen que reescribir la historia es una forma más de ir en busca de la felicidad. Revisa la historia que te cuentas y le cuantas a los demás, toda buena historia siempre llena al corazón, emociona y consigue que los demás conecten contigo.
