De madrugadas y otros amaneceres

Otra vez la madrugada me hizo sentir tu ausencia, perdí el reloj del tiempo mientras mordía la almohada.

Recordé entre las brumas de los sueños mundanos, cuando tu cuerpo tibio me despertaba. Antes de que los celos como duendes con garras, hirieran el amor que a los dos nos unía

Sí fue cierto o fue invento, la gente siempre miente, los que te contaron la mundana mentira, me ven pasar sin rumbo y ríen a mis espaldas.

Es cuando muerdo otra vez la almohada. Sí, es la misma que juntó nuestros rostros con las caricias tibias de los labios traviesos.

Me levanto temblando porque el recuerdo cala, y en mi nido sin paja no lo creas pero es cierto, aún te espero con ansia

Vago en silencio no escucho ni el ruido de mis pasos, temeroso o valiente, osado o ruin, me protejo en la sombra, tiemblan las nubes, resisten, se asombran...

Navegando por años sentenciado. Por instante de latir intenso, la gente me mira sin mirarme.

Te busco, nido prohibido, sueño de una vida, lugar inverso a mi destino, aventura y amor llevo por prenda.

Siento el suelo temblar como que sabe que vengo a prodigar pecado en serio.

Abro el libro polvoroso del engaño, con otro engaño que me escupe el rostro. Llego, estoy afuera.

Tengo el corazón entre dos aguas, cruzo la acera, tu ventana parpadea, los pies se vuelven de cobarde esencia, una red de suspiros me aprisiona.

Se desprestigia el aire, se hace espeso, tengo que maldecir para escucharme.

Del golpeteo de las sienes, ese capricho que traía tan puro rompe en fragmentos, esquirlas pegajosas el cuerpo cubren. Siento frío a pesar del clima rojo de verano, colora la mejilla, congela sentimientos, te veo en la ventana, doy vuelta a sin pensarlo... y maldigo mi suerte,

¡No estás sola...!