De política y cosas peores
La bella y curvilínea paciente le dijo al añoso psiquiatra: “Cada vez que veo a un hombre, a cualquier hombre, siento deseos de hacer el amor con él tres veces seguidas”. Suspiró, pesaroso, el provecto analista y respondió: “Tendrá usted que ir con otro psiquiatra, señorita. Yo ya no se las completo”. Simpático y querido personaje fue don Hermenegildo “El Maistro” Torres. Fundó el PUP, ilustre asociación que agrupaba a los pendejos que admitían serlo. Presidente él de ese organismo, me considero su legítimo heredero. Sucede que dimos juntos una conferencia en Monterrey. Por su edad y sus méritos le cedí a don Hermenegildo el lugar de honor. Quiero decir que pedí ser el primero en hablar. El Maistro escuchó con atención mi perorata. Cuando la terminé empezó él la suya. “Como ustedes saben -dijo a la concurrencia-, por estatutos de PUP su Presidente debe ser el más pendejo de todos. Actualmente yo desempeño el cargo. Pero me desvelaba pensando quién lo ocuparía al faltar yo. Después de escuchar a Catón se me ha quitado ese pendiente”. Ingeniosísimo señor fue el Maistro Torres. Vendía credenciales en que hacía constar lo pendejo del portador. Por aquel tiempo cierto empresario regio se puso a fabricar un automóvil que salió con fallas más grandes que la de San Andrés. Un señor fue a buscar en su casa a don Hermenegildo, pues quería comprar una credencial de pendejo. Llegó en uno de los automóviles que dije. El Maistro le preguntó: “¿Usted compró ese coche?”. Respondió el visitante: “Así es”. Sentenció don Hermenegildo: “Entonces no necesita credencial. El vehículo en que anda basta y sobra para acreditar su calidad de pendejo”. Caso muy diferente habrá de ser, estoy seguro, el de los pequeños coches eléctricos cuya fabricación anunció la Prersidenta Sheinbaum. Aplaudo -y con ambas manos, para mayor efectola idea de hacer llegar al pueblo esos vehículos de bajo costo que en muchos casos sustituirán a las motocicletas, medio de transporte de alta peligrosidad, especialmente en el caso de los repartidores de alimentos a domicilio, cuyas prisas son con frecuencia causa de lamentables accidentes, muchos de ellos fatales. La presencia del Instituto Politécnico Nacional en el proyecto da idea de su seriedad, pues el IPN goza de prestigio nacional e internacional. Deseo el mejor de los éxitos a la empresa fabricante de esos coches, y como sé que tendrá plantas en varias ciudades del país espero que una de ellas se instale en Saltillo o Ramos Arizpe, pues ambas poblaciones tienen vastísima experiencia en el ramo automotriz, cuentan con mano de obra calificada, y sus índices de informalidad laboral son los más bajos del país. No se me tome a mal esa recomendación. La hago autorizado por los supradichos datos y reconociendo la bondad del fin que se procura con la fabricación de esos coches, que estarán al alcance de todos los bolsillos y servirán al mismo tiempo para evitar contaminación y riesgos. Que sea enhorabuena. “Calzo del número 8 -le informó aquel señor al dependiente de la zapatería-, pero quiero unos zapatos del 7”. Comentó el encargado; “Le van a apretar mucho”. “Precisamente -respondió el señor-. Trabajo para un jefe abusivo. Mi esposa es gruñona y conflictiva. Mi hija anda de piruja. Mi hijo bebe y consume drogas. Así las cosas, el único placer que tengo en la vida es llegar a mi casa y quitarme los zapatos”. En la penumbra de la bajamar el pulpo hembra se dirigió con enojo al pulpo macho: “¡No me toques ahí!”. “Pero, mi vida -se defendió el octópodo-. ¿Por qué crees que se llaman ‘tentáculos’?”. FIN.