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Dos bullies

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JORGE LOMONACO

A pocos meses de arrancar su gobierno, López Obrador se acomodó con Trump. No fue difícil pues son un par de bullies, narcisistas y demagogos con rasgos autoritarios, que se entendieron muy bien porque comparten mucho más en lo personal y lo político que lo que el expresidente mexicano está dispuesto a reconocer. El arreglo fue relativamente sencillo y muy provechoso para ellos políticamente, aunque no para sus respectivos países: México contendría los flujos migratorios con destino a EUA a cualquier costo y el gobierno de Trump miraría hacia el otro lado ante "transgresiones" mexicanas como el deterioro democrático, del estado de derecho y la seguridad, casos de colusión con el crimen organizado, violaciones de derechos humanos y a tratados internacionales, incluyendo el T-MEC. El arreglo fue tan conveniente para Trump que Biden simplemente lo prolongó, aunque López Obrador, con sus chantajes, marcó cómodamente el ritmo la mayor parte del tiempo. El equilibrio se agrietó en agosto pasado en Sinaloa, cuando el gobierno estadounidense perdió la paciencia con "abrazos y no balazos", y se terminó por romper con la elección de Trump en noviembre.

A menos de una semana de la toma de posesión del presidente en EUA, la pregunta es qué ajustes o agregados sufrirá el arreglo. Porque ni Trump es el mismo de hace unos años ni México ni su Presidenta están en las mismas condiciones. Tras la experiencia de su primer mandato y ante la imposibilidad -en principio- de buscar una nueva reelección, Trump parece estar mucho más libre de las ataduras convencionales de la democracia. Más que la oposición, los medios o las cortes e instituciones estadounidenses, su flanco más débil parece ser, por el momento, la ultraderecha xenófoba, racista y machista, los conspiracionistas y la plutocracia MAGA encabezada por Musk. Algunos de sus rasgos personales más preocupantes se han agravado con la edad y sus obsesiones, mientras que se ha exacerbado su sed de venganza contra fiscales, jueces, periodistas y políticos que osaron enfrentarlo.

A partir de su elección, Trump ha disfrutado de una influencia extraordinaria para un presidente electo, quien todavía no está en funciones, de forma similar a la que ejerció López Obrador entre julio y diciembre de 2018. Sus anuncios, amenazas, provocaciones y extorsiones tienen implicaciones políticas determinantes dentro y fuera de EUA, incluyendo en México, aún antes de instalarse en la Casa Blanca. Como resultado, líderes, medios, mercados y gobiernos extranjeros reaccionan, aprovechan o se tratan de anticipar para evitar daños. Aunque nuestro país no enfrenta una invasión rusa, México se ha visto forzado a tomar medidas o cambiar políticas en ámbitos de seguridad y comercio, en parte para compensar errores autoinducidos como la reforma judicial y la desaparición de los organismos autónomos. Pero el apetito antimexicano que se ha acumulado en EUA durante varios años ante la pasividad del gobierno de nuestro país, es caldo de cultivo para que Trump blanda varias espadas de Damocles sobre México: deportaciones masivas de mexicanos y de nacionales de otros países, aranceles, una complejísima renegociación del T-MEC (por más que el texto diga 'revisión') e, incluso, nuevas incursiones quirúrgicas estadounidenses contra el crimen organizado. Y todo ello mientras se tiene que "cuidar el legado" del antecesor y lidiar con una creciente incertidumbre económica.

@amb_lomonaco

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES Trump, López, México, gobierno

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