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J. SALVADOR GARCÍA CUÉLLAR

Si a usted le gustan las artes plásticas, con seguridad disfruta del vuelo de los estorninos, esos pajaritos que se pasean por los cielos en bandadas muy numerosas y, todos juntos, forman maravillosas figuras en lo alto del paisaje. Fotógrafos, pintores, escultores y diseñadores gráficos se han inspirado en estas parvadas no solo para producir sus obras, sino sobre todo para disfrutar el espectáculo que ofrecen.

Sin embargo, estas aves no solamente inspiran a creadores plásticos, pues los músicos han apreciado el canto del estornino, incluso para componer sus obras.

Así sucedió con Wolfgang Amadeus Mozart, el gran genio musical de Salzburgo, quien cuando vivía en Viena, oyó el trinar de un pajarito y le pareció atractivo. Luego de que constató que el canto procedía de una tienda de mascotas, entró a ella y se fascinó con el dueño de esa voz: un estornino.

La melodía que escuchó Mozart del ave era muy semejante al rondó de su Concierto para piano No. 17, que recientemente había compuesto y dejado la partitura en otra población lejana. Encantado con el animalito, Wolfang lo compró, y por tres años lo tuvo consigo. Le enseñaba cantos, y no falta quien diga que el mismo Mozart tomó las melodías del ave para sus composiciones. No todos aceptan este dato, pues dicen que detrás de las sublimes obras de Amadeus solamente está su asombroso talento y no la canción de un pájaro, pero como sucede en estas narraciones sugestivas, sobra quien añada acontecimientos insólitos para hacer más atrayente la historia.

En contra de este razonamiento, la ornitóloga Lynn Haupt, autora del libro El estornino de Mozart, afirma que "estas aves tienen la costumbre de alternar en su canto momentos melodiosos y pasajes discordantes, responder líneas melódicas fuera de tono, fracturar frases musicales en lugares inesperados y terminar de manera abrupta" (algo que hacen todas las aves, pues no tienen la intención de agradar mediante una obra de arte); estos rasgos musicales podrían haber inspirado al gran compositor clásico para crear la llamada Broma Musical -para dos trompas, dos violines, viola y bajo-, pues se trata de "una anomalía mozartiana, que da bandazos alocados e imprevisibles y está salpicada de accidentes discordantes", según la escritora mencionada; pero La Broma también fue catalogada por algún crítico musical como "la unión torpe, desproporcionada e ilógica de un material poco inspirado".

Esta ave canora en latín se llamaba Sturnus, luego en las lenguas romances le fue añadido el diminutivo, y se le quedó estornino en español. También se conoce como tordo, nomenclatura más popular en Latinoamérica que en Europa.

Según los ornitólogos, estas aves, que pueden entablar una estrecha relación con sus dueños, son capaces de imitar una amplia variedad de sonidos, incluyendo la voz humana al igual que los cotorros, y además pueden aprender y memorizar cantos que sus amos les enseñen, por eso no debe sorprendernos que Mozart le haya enseñado melodías a este pajarito en particular.

Wolfgang Amadeus Mozart tuvo una relación muy curiosa con su estornino, lo llamó Star, lo mimaba y acariciaba. Cuando el ave murió, tres años después de que lo había adquirido, le hizo un solemne funeral: dolientes e invitados se vistieron de luto, las mujeres se pusieron velos sobre sus cabezas y, con la participación de todos, el pájaro fue sepultado en el patio trasero de la casa de su dueño. Hay serios testimonios de que Mozart fue muy sincero en este sepelio, pues su trato con el ave fue muy cercano e intenso.

Pero no todo en la vida es hojaldre y dulzura, pues esta especie ha sido declarada non grata por el gobierno de Estados Unidos por la plaga que representa para el país. Actualmente se considera una especie invasora y con sobrepoblación, por lo que el régimen emprendió una cruzada para reducir el número de estorninos, pero los resultados has sido magros, pues son muy hábiles para sobrevivir -sobre todo en grandes parvadas-, y además se reproducen muy aceleradamente.

De cualquier manera, los estorninos o tordos son una maravilla de la naturaleza, y los artistas los han aprovechado para inspirarse, crear música y obras plásticas, además, en su calidad de mascotas, han acompañado a humanos que se sienten solitarios.

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