El guion de la guerra arancelaria
Ya se dio el primer choque entre el Presidente Trump y un presidente Latinoamericano a raíz de las políticas migratorias adoptadas por la nueva administración estadounidense.
El Presidente de Colombia no permitió el aterrizaje de dos aeronaves militares estadounidenses con ciudadanos colombianos que eran deportados a su país. El Presidente Petro negó el permiso bajo el argumento de que los migrantes colombianos estaban siendo tratados como delincuentes y solicitó que los Estados Unidos implemente protocolos que respeten la dignidad de los migrantes colombianos previo a su deportación.
El Presidente colombiano, quién fue miembro de la guerrilla colombiana M-19 y tiene una ideología marxista, desató la ira del Presidente Trump, quién inmediatamente ordenó aranceles del 25% a todos los productos colombianos que se exportan a los Estados Unidos, amenazando que en una semana el arancel subiría al 50%, entendiendo que eso pasará si Colombia no coopera con los Estados Unidos.
Además revocó la visa estadounidense de los altos miembros del gobierno colombiano y también afectará el estatus de la visa de las familias de los altos miembros de ese gobierno. El Presidente Colombiano ordenó también la imposición de aranceles a los productos estadounidenses y pidió a los ciudadanos de Estados Unidos que están de manera irregular en Colombia que regularicen su situación migratoria.
Pronto sabremos el nivel de afectación que tendrán las y los colombianos por la guerra arancelaria y el endurecimiento de las medidas de migración por parte de ambos gobiernos.
Las medidas tomadas por el Presidente Trump ofrecen, en tiempo real, un guion de lo que puede pasar si el gobierno mexicano provoca al provocador. No digo con esto que el gobierno mexicano se humille ante Trump, lo que quiero argumentar es que no es posible desperdiciar las muy pocas herramientas de negociación que tenemos con decisiones como la que realizó el Presidente de Colombia.
Nuestro país está tan integrado económicamente con los Estados Unidos que la imposición de aranceles de un día para otro impactará negativamente en las cadenas de suministro que han tardado décadas en alcanzar los niveles de eficiencia que tienen ahora. El sector automotriz es el mejor ejemplo de esto; México no solamente produce cientos de miles de automóviles que se venden en los Estados Unidos, sino que también existe un gran mercado de autopartes mexicanas que se exportan a las armadoras de autos en los Estados Unidos.
Además, las cadenas de suministro de la industria maquiladora instalada en el norte del país están integradas para que hacer lo más eficiente posible la exportación de bienes a los Estados Unidos. Hay otros productos, como el aguacate de Michoacán, que tienen ya décadas de exportarse con éxito a nuestro vecino del norte y tienen perfeccionadas las cadenas de suministro y distribución. Por nuestra parte, México es un importador importante de carne de cerdo de los Estados Unidos.
Una gran parte de la gasolina que se consume en el país se refina en los Estados Unidos, ¿valdrá la pena imponer aranceles a todos los productos que se importen de los Estados Unidos? Claramente no es el caso.
La imposición de aranceles por parte de ambos países traería de inmediato el alza de precio de los productos al consumidor final, lo que bajaría la demanda y por lo tanto la exportación de esos productos y vendría un efecto negativo en cascada, menos empleo significaría menores ingresos de de la población en donde se producen los bienes, lo que disminuye el consumo local y se contrae la actividad económica de esos lugares.
La cooperación con Estados Unidos es inevitable, dado este hecho, es más importante que el gobierno mexicano establezca sus prioridades y no mal gaste las pocas herramientas de negociación que tenemos ante Estados Unidos, provocando una sobre reacción del Presidente Trump.
X: @jesus.menav