
'Elactor' cautiva a duranguenses con sus historias imaginarias
Un mundo fantástico, imaginario y hasta envidiable es el que ha construido el actor Fernando Aguirre en “Elactor”, una puesta en escena en la que enfrenta, de manera única y conmovedora, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). A través de esta obra, Aguirre convierte su enfermedad en una catarsis creativa, transformando sus limitaciones en un acto de libertad.
Recientemente, “Elactor" tuvo su última presentación en el Centro Revueltas “CORE”, reuniendo a un gran número de duranguenses que fueron testigos de una propuesta escénica que desafía los paradigmas de la discapacidad.
Fernando Aguirre, acompañado en escena por Ana Herrera y Alejandro Muñoz, construye un relato que invita al público a valorar la vida, enfrentar sus adversidades con una mirada positiva y romper con las barreras impuestas por la realidad.

HISTORIAS IMAGINARIAS Y COTIDIANAS
La obra se despliega en historias y cuentos que reflejan la imaginación de Aguirre. En ellos, la enfermedad no es una prisión, sino un punto de partida para demostrar que una persona con discapacidad puede hacer cualquier cosa.
Volar, cabalgar como un jinete experto o pelear con valentía en un duelo son escenas que, para muchos, pueden parecer cotidianas, pero que en “Elactor” adquieren una nueva dimensión: la de un universo donde la voluntad y la creatividad desafían los límites físicos.
A lo largo de la obra, los tres actores en escena invitan a reflexionar sobre la vida, sus desafíos y las decisiones que tomamos frente a ellos.

Esta propuesta escénica, codirigida por Ana Herrera y Ángel Soto, integrantes del Colectivo Cuerda Floja, no solo emociona, sino que también transforma la percepción del espectador sobre la discapacidad y el poder de la imaginación.
En su última función, “Elactor” despertó nostalgia, sonrisas y lágrimas entre el público, recibiendo no solo aplausos, sino ovaciones para el elenco, que entregó una interpretación honesta y profundamente humana.
Con todo eso detrás, “Elactor” se consolida como un testimonio de resiliencia y una celebración del arte como herramienta para reinventar la realidad.