Emperador de la conmoción
El mismo recinto que sus milicias asaltaron hace cuatro años sirvió de escenario para la coronación de Donald Trump. Hace cuatro años tomaron por asalto el Capitolio y amenazaban con colgar al vicepresidente. Todos ellos han sido perdonados por Trump. Juró lealtad a la constitución en el mismo espacio donde sus combatientes pretendieron revertir por la fuerza el resultado de las elecciones de 2020. Los golpistas de ayer son los dueños del poder hoy. Más que una ceremonia republicana en la que se transfiere un poder acotado, lo que presenciamos hace una semana fue la entronización de un hombre que se declara el enviado de Dios para recuperar la gloria perdida de los Estados Unidos. La presidencia imperial, en todo su grotesco esplendor.
El nuevo emperador se acompañó de su familia y de los hombres más ricos del planeta. Los gerentes de la atención pública, esos hombres que controlan lo que vemos y lo que deseamos; los que dirigen el odio y los que orientan el comercio ocuparon el lugar central. Lejos de estos oligarcas, los funcionarios a los que Trump invitó formalmente para servir en su gobierno. El mensaje no pudo haber sido más claro.