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Entre la estrategia y la táctica

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Entre la estrategia y la táctica

ANDREW SELEE

En la política siempre se recomienda que las tácticas sigan a la estrategia, pero a veces hay que hacer excepciones. Y creo que estamos ante un momento de estos.

En la relación con el gobierno de Estados Unidos, todos los países del mundo están en desventaja. Donald Trump está en su momento de pleno apogeo. Acaba de tomar posesión después de ganar una mayoría de votos en las elecciones presidenciales y con las dos cámaras del Congreso en manos de su partido. Los demócratas están muy desanimados, los republicanos absolutamente leales, la opinión pública modestamente a favor de él y ninguna otra fuerza en la sociedad estadounidense capaz de oponerse a sus antojos.

Quiere comprar Groenlandia, retomar el Canal de Panamá, reducir el número de servidores públicos de carrera, expulsar a millones de indocumentados e imponer aranceles a países vecinos, aliados y enemigos por igual. Y no hay quien le diga que no.

Pero todo esto cambiará con el paso del tiempo. Los republicanos se dividirán, los tribunales pondrán una pausa a alguna de sus iniciativas, la opinión pública se tornará más negativa, otros países resistirán algunos de sus embates y empezarán a ser visibles algunos de los contrapesos e inercia dentro de los sistemas gubernamentales. Este es su momento de gloria, pero no es para siempre, porque gobernar es complicado, aun para el líder del país más rico y bien armado del planeta.

Pero tampoco es el momento de oponerse frontalmente a sus antojos. Lo intentó el presidente colombiano, Gustavo Petro, el domingo, al rechazar dos aviones militares con migrantes deportados, y poco le duró el gusto. Después de que el gobierno de Estados Unidos suspendió la emisión de visas a ciudadanos colombianos y Trump prometió aranceles en productos colombianos, el gobierno colombiano cedió. No hay forma, en este momento, de enfrentarlo y ganarle, porque él trae todas las canicas.

Tampoco queda claro si vale la pena tener una estrategia completa para negociar un acuerdo comprehensivo con él mientras esté en su momento más fuerte. Y en el caso de México, buenas tácticas podrían ser mucho más oportunas que la mejor estrategia.

No hay todavía una mesa única de negociación entre los dos gobiernos sobre los temas pendientes -migración, seguridad y aranceles- sino, a cambio, un sinfín de negociaciones especificas detrás de bambalinas, cada una con su propio carril: si México acepta aviones militares (no) o venezolanos deportados (sí) o el regreso del protocolo de protección migratoria Quédate en México (probablemente sí, pero hay que ver los detalles).

La verdad es que los dos gobiernos tienen tantos canales de negociación en niveles operativos que podría ser mejor ir negociando cada punto por separado, sobre la marcha, más que llegar a un acuerdo comprehensivo. Las condiciones, las necesidades y la correlación de fuerzas cambiarán con el tiempo, así que tiene más sentido a veces llegar a acuerdos de corto plazo, rápidos y de forma práctica que tratar de diseñar los términos perfectos de un acuerdo a largo plazo. Llevará a algunas derrotas para cada parte, por la premura, pero también puede ayudar a evitar daños mayores.

En la diplomacia entre países, la incertidumbre es difícil e incómoda, pero en este caso, puede ser preferible a un acuerdo fijo e inamovible.

@SeleeAndrew

Escrito en: OPINIÓN EDITORIALES momento, acuerdo, gobierno, países

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