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Juegos en línea: lucro corporativo sobre vidas explotadas

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Juegos en línea: lucro corporativo sobre vidas explotadas

Juegos en línea: lucro corporativo sobre vidas explotadas

ROSARIO ADRIANA MOTA BOLÍVAR

Imagina a un niño de 12 años, en su habitación sentado frente a la computadora, sumergido en un mundo de colores, competencias, desafíos y aventuras. Para él, este espacio virtual es un refugio, un lugar donde puede ser un héroe, donde puede escapar de las dificultades de su vida cotidiana. Lo que ignora es que, mientras juega, alguien lo está observando, vigilando sus movimientos, ganándose su confianza. Este niño, como miles más, podría estar a un clic de distancia de convertirse en una víctima de trata de personas, crimen organizado o explotación sexual.

Esta no es una escena de una película de terror. Es la realidad que viven muchos jóvenes en todo el mundo, y los juegos en línea se han transformado en una de las herramientas más peligrosas para quienes buscan explotarlos. Según estudios de UNICEF e Interpol, los delincuentes usan esta realidad virtual para acercarse a los jóvenes, ganarse su confianza y, finalmente, engañarlos. Lo hacen con una frialdad calculada, aprovechándose de la inocencia y la necesidad de conexión que sienten muchos adolescentes.

No sólo son números en una estadística; detrás de eso hay una historia humana. Piensa en María, una adolescente de 15 años que encontró en los juegos en línea un escape a la soledad que sentía en su casa. Un día, alguien le ofreció "trabajar" desde casa, ganando dinero mientras jugaba. Lo que parecía una oportunidad emocionante se convirtió en una pesadilla cuando descubrió que la estaban coaccionando para participar en actividades sexuales en línea. O en Juan, un joven de 17 años que fue reclutado por una red de crimen organizado después de que le prometieran fama y dinero a través de un juego. Estas historias no son casos aislados; son el reflejo de un problema global que está creciendo en silencio.

Y nos preguntamos ¿por qué los jóvenes son tan vulnerables? La respuesta está en la búsqueda de su identidad y pertenencia. En una etapa de la vida en la que la aceptación es crucial, y es que lo que ofrecen los juegos en línea es un sentido de comunidad y ante esa carencia los hace presas fáciles para quienes buscan explotarlos. Además, muchos padres no están al tanto de los riesgos que existen en estos espacios virtuales. Creen que sus hijos están seguros porque están en casa, frente a una pantalla, pero la realidad es que el peligro puede estar más cerca de lo que imaginan.

La industria de los videojuegos es una de las más lucrativas del mundo, con ingresos que superan los 200 mil millones de dólares anuales. Y su éxito radica en priorizar las ganancias sobre la seguridad de los usuarios; no les importa en absoluto enriquecerse mientras los jóvenes son explotados y sus vidas destruidas.

Todos hemos visto que los juegos en línea están diseñados para ser adictivos. Utilizan algoritmos y técnicas psicológicas para mantener a los jugadores enganchados, gastando dinero en microtransacciones, skins, loot boxes y otros elementos virtuales. Estas prácticas exponen a los jóvenes a riesgos mayores al poder ser contactados por depredadores en línea; no solo explotan su vulnerabilidad: los exponen a mayores riesgos de ser contactados por depredadores en línea.

Ahí es donde deben ocuparse los gobiernos de todo el mundo, regulando de manera más estricta para que las corporaciones no prioricen las ganancias sobre el bienestar de los usuarios e inviertan en sistemas de seguridad que no puedan ser vulnerados por delincuentes para aprovecharse de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

Este no es un problema que podamos ignorar porque detrás de cada pantalla hay un niño, un adolescente, un joven que merece crecer en un mundo seguro, porque lo que debería ser un espacio de diversión y conexión se pueda convertir en una puerta hacia el abuso. Es momento de actuar, de proteger a nuestros jóvenes y de asegurarnos de que nadie más caiga en estas trampas invisibles. Porque cada vida importa, y cada historia merece un final diferente.

Escrito en: Pluma fuerte jóvenes, están, línea, juegos

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