La crisis de credibilidad de Morena tras el caso Cuauhtémoc

El caso de Cuauhtémoc Blanco ha desatado un terremoto político, cuyas repercusiones golpean directamente la credibilidad de Morena en el Congreso. La decisión de la Sección Instructora de impedir su desafuero, a pesar de la denuncia por intento de abuso sexual en contra de su media hermana, evidencia un doble discurso dentro del partido oficialista: por un lado, se presume un compromiso con la justicia y la lucha contra la impunidad, pero por otro, se protege a figuras cuestionadas bajo el manto del fuero legislativo.

El escándalo no solo ha generado indignación en la opinión pública, sino también una fractura al interior de Morena. La solicitud de destitución de Gabriela Jiménez como vicecoordinadora de la bancada en San Lázaro, tras manifestarse encontra de esta decisión, deja claro que dentro del partido hay líneas que no se pueden cruzar sin enfrentar represalias.

Esto revela un problema más profundo: el autoritarismo interno y el caudillismo que bloquea cualquier intento de autonomía legislativa.

Lo que debería haber sido una oportunidad para reafirmar la postura de Morena contra la impunidad y a favor de la justicia terminó exhibiendo las contradicciones que pueden costarle caro al partido. La bancada oficialista, en lugar de consolidar reformas clave como la eliminación del fuero para todos los servidores públicos, la reducción de plurinominales o el freno a la reelección, se enreda en pugnas internas y decisiones que debilitan su autoridad moral. El principal enemigo de Morena es Morena, ya lo he dicho en varias ocasiones, en este espacio, no por los señalamientos de la oposición ni por la presión mediática, sino por las decisiones erráticas de su propia dirigencia. El caso Cuauhtémoc Blanco no solo es un golpe a su credibilidad en el Legislativo, sino también una prueba de fuego para su cohesión interna y su capacidad de responder a las demandas ciudadanas de justicia y transparencia.

@arlncontreras