La inteligencia artificial, poderosa herramienta para mejorar la gestión del agua
La inteligencia artificial, según las principales definiciones, es el conjunto de algoritmos, fórmulas o procesos electrónicos introducidos en las máquinas que para diversos propósitos tratan de imitar la reacción de la inteligencia humana ante determinados escenarios y les permiten razonar en forma similar a la del ser humano para obtener un resultado más certero que, a su vez, permita una mejor toma de decisiones en el ámbito aplicado.
Por ello, planificar la reconversión, adaptación e introducción de las herramientas digitales que ahora ofrece la inteligencia artificial que a cada día se innovan de manera sorprendente, en el conocimiento, administración, operación, mantenimiento y control del agua que se maneja para los diversos usos, debe ser un propósito central de gobiernos, organizaciones y organismos operadores responsables de garantizar un acceso equitativo, eficiente y sostenible del recurso en la sociedad.
La revolución tecnológica que ahora vivimos con la evolución de la inteligencia artificial y que viene creciendo desde antes de la aparición del internet con la primera conexión de computadoras en 1969 en Estados Unidos, evolucionando veinte años después con la creación del World Wide Web facilitando la forma de acceder y compartir información, ha detonado vertiginosamente en nuestras vidas en esta última década cuando menos, delineando una nueva era en el desarrollo del conocimiento, forma de vida y comportamiento humano con magnitudes aún insospechadas.
Al mismo tiempo, esta disrupción constituye un verdadero reto a nuestra capacidad de adaptación y aprendizaje, pues el salto que hay que dar es mayúsculo para un porcentaje mayoritario de la sociedad, que no traemos en nuestro chip mental la facilidad de comprensión y menos el uso día y noche de los avances tecnológicos, como sí lo están experimentando las nuevas y más recientes generaciones.
De hecho, a la generalidad de la población, se nos dificulta hacer un aprovechamiento más allá de un 20 o 30% del potencial de utilidades de nuestras computadoras o smartphones, que cada vez son más actualizados, sencillos, predictivos y relativamente fáciles de adquirir. Y es que se han dado procesos tan transformadores en la forma de hacer las cosas y descubierto nuevas oportunidades para mejorar el modo de vida de las personas, que, sin duda, la digitalización, en cualquier ámbito de la productividad, está haciendo más sostenibles y sustentables las actividades.
Por lo que de acuerdo a los avances tecnológicos en el desarrollo de la inteligencia artificial de los últimos tiempos, que con mayor profusión se dan a conocer en las redes, este año 2025 puede constituir un parteaguas y a la vez una oportunidad, entre esas nuevas generaciones que han venido naciendo en esta última década conectados prácticamente al ciberespacio y quienes aún de corta edad pero no inmersos en el tema, si no se preocupan por adquirir el conocimiento, verán muy reducidos sus márgenes de maniobra en el campo laboral futuro.
Comento esto, porque finalmente quienes pretendemos utilizar la inteligencia artificial para ser más productivos y generar mayores beneficios a la sociedad, deberemos ser los propios seres humanos, que, empleando esas herramientas de cambio, arribemos a escenarios mucho más alentadores, que racionalicen ahora sí el uso del agua y se gestione de manera eficiente fortaleciendo condiciones de viabilidad en la salud y bienestar, así como el desarrollo armónico de las actividades productivas en todos los sectores usuarios.
Por lo anterior, es fundamental que organismos operadores y entidades públicas y privadas inmersas en la gestión hídrica, tanto para el suministro del agua para uso y consumo humano, como para el uso agrícola, industrial y de servicios, utilicen las herramientas de la inteligencia artificial que permitan, en principio, tener un conocimiento real de nuestras reservas, tanto subterráneas como superficiales y, con base en ello, la predicción de su disponibilidad por la demanda actual y futura, tomando las consideraciones del cambio climático y el ciclo integral del agua.
Que se introduzcan las nuevas tecnologías en el procesamiento de datos en tiempo real, para optimizar el uso del agua, detectar fugas y mejorar la eficiencia en la distribución, así como en la regeneración de las aguas residuales para nuevos usos, que sin duda es el camino para compensar el agotamiento de fuentes y la falta de disponibilidad que nos agobia con las continuas y muy agudas sequías, que siguen haciendo estragos en la vida de millones de mexicanos.
No estoy tan seguro que eso al final sea la salvación para el deterioro ambiental que hemos generado por décadas y siglos, pero lo que sí creo es que lo que nos queda de agua disponible será susceptible de ser conservada, mejor usada y mantenida para las condiciones mínimas de sobrevivencia del género humano.
En el ámbito del agua para el riego agrícola y la agricultura protegida, también los avances de la inteligencia artificial están alcanzando grandes proporciones, facilitando un uso más preciso del agua necesaria para el crecimiento y desarrollo de las plantaciones, llevando una gestión precisa de usuarios y volúmenes entregados, los nutrientes necesarios, midiendo con exactitud pérdidas, calidad del agua entregada y una serie de indicadores útiles y esenciales para un ciclo agrícola exitoso. .
En fin, el futuro ya está aquí. No queda más que aprovechar las oportunidades que ofrece el desarrollo tecnológico para garantizarle a la sociedad los derechos humanos de acceso al agua, el saneamiento, la salud y el bienestar.
X: @_jorgenevarez ,
E-mail: [email protected]