La última aventura del “Chaflán”
Carlos López “Chaflán” nace en esta ciudad de Durango, el año de 1889, iniciándose en su carrera de actor en la ciudad de Torreón por el año de 1906, siendo hasta el año de 1929 cuando empieza su trayectoria en la llamada cinta de plata con la película de nombre muy mexicanísimo “El águila y el nopal”, al lado de Roberto Soto, Joaquín Pardavé y Ramón Armengol.
El apodo de “Chaflán” le viene por su cara larga y estrecha, lo que aunado a su bigote grande le facilitó enormemente sus memorables papeles cómicos que desempeñó en el cine nacional.
Por estimar que el “Chaflán” llenó toda una época en el cine mexicano y por considerar que su filmografía es poco conocida, me propongo darla a conocer a mis hipotéticos cuatro o cinco lectores, como un homenaje a nuestro ingenioso y simpático paisano, basándome para ello en la mejor obra que existe sobre el cine mexicano, que no es otra que historia documental del cine mexicano, de Emilio García Riera, editada por la Universidad de Guadalajara, Gobierno de Jalisco, Consejo Nacional para la Cultura e Instituto Mexicano de Cinematografía en el año de 1992.
He aquí la bibliografía de nuestro ilustre paisano el “Chaflán”, tomada particularmente de los tomos uno y dos de la obra mencionada.
1932: Una vida por otra. Sobre las olas, que es la biografía del eminente músico mexicano Juventino Rosas, en la que actúa de vagabundo.
1933: Juárez y Maximiliano. La sangre manda, en la que interpreta a un obrero. El compadre Mendoza, una de las pocas películas de la revolución mexicana pasaderas y que más o menos se salva de entre la basura que se ha filmado de nuestro movimiento armado de 1910, verbigracia las películas filmadas por Antonio Aguilar y María Félix.
1934: Chucho el Roto, en la que interpreta a un preso. ¿Quién mató a Eva? en la que su papel es de borracho. Cruz Diablo, en la que la hace de sirviente de Nostromus. Tu hijo, en la que es un criado. Clemencia, dirigida por Chano Urueta y argumento basado en la novela del mismo nombre de Ignacio Manuel Altamirano.
1935: El tesoro de Pancho Villa, película que poco tiene de revolución y sí mucho de “western”, según Emilio Gracía Riera. El Rayo de Sinaloa, sobre las andanzas del célebre Heraclio Bernal, en la que representa a un capitán. La familia Dressel, en la que vuelve al papel de sirviente. Silencio sublime, en la que tiene el apodo de “El pescado”; es en esta película en la que se empieza a significar el ascenso en los créditos del “Chaflán”, pues de allí en adelante se movería en los niveles medios y ya no tanto en los inferiores. Vámonos con Pancho Villa, película en la que por cierto la música es de otro durangueño, el compositor Silvestre Revueltas, que aparece en la película como pianista, con el detalle simpático de que arriba del piano aparece el letrero de “no disparar al pianista”.
1936: El baúl macabro, en la que es un agente de policía. Judas. Las mujeres mandan, representando a un inspector de policía. Malditas sean las mujeres, en la que es un guardabosque. Cielito lindo. Mujeres de hoy, en la que es un policía. Allá en el Rancho Grande, película clásica del cine mexicano, en la que los papeles son de Tito Guízar, René Cardona y Esther Fernández. ¡Ora Ponciano! película de corte taurino, siendo ya para esta película uno de los cómicos más apreciados del momento en el cine mexicano. Nostradamus, en donde interpreta a uno de los cuatro truhanes. Alegría mexicana, que es un cortometraje musical y cómico, en el que por cierto, aparecen también las durangueñas Nelly y Gloria Campobello.
1937: Ave sin rumbo, en la que por cierto el papel protagónico lo lleva la también durangueña Andrea Palma. Las cuatro milpas, en esta película ya empiezan a despuntar Pedro Armendáriz y Emilio Fernández. Bajo el cielo de México, en ella aparece ya con buen crédito al lado de Domingo Soler y Joaquín Pardavé, siendo apenas extras José Elías Moreno, David Silva y Crox Alvarado. Jalisco nunca pierde, en la que aparece con un crédito respetable junto a Pedro Armendáriz, Joaquín Pardavé y Lorenzo Barcelata. La Zandunga, en la que tiene un crédito de buen nivel junto a Lupe Vélez, Arturo de Córdova y Joaquín Pardavé.
1938: Tierra Brava, con un buen crédito al lado de Esther Fernández y Joaquín Pardavé. La tierra del mariachi, en la que comparte créditos con la inmortal de la canción ranchera Lucha Reyes y Armando Soto la Marina “El Chicote”. Los millones del “Chaflán”, en la que ya tiene el papel protagónico y lo acompañan Joaquín Pardavé, Pedro Armendáriz, Gloria Marín y Carlos López Moctezuma; esta cinta marca el debut precisamente de Gloria Marín; respecto a la actuación del “Chaflán”, Emilio García Riera tiene un comentario muy favorable al considerarlo buen actor y muy convincente en su encarnación del ranchero sencillo convertido en millonario que experimenta en carne propia el contraste existente que se da entre la bondad de la vida simple y la falsedad que presenta el mundo moderno. El Indio, en la que el papel principal es de Pedro Armendáriz y por cierto la música del durangueño Silvestre Revueltas. Mientras México duerme, en la que el estelar lo cubre Arturo de Córdova y también figura “El Chicote”; en esta película ya se aborda el problema del narcotráfico.
1939: Estampas habaneras, que se trata de una comedia filmada en Cuba, en la que tuvo una actuación especial.
1940: Allá en el trópico, con un buen lugar en los créditos figura al lado de Tito Guízar, Esther Fernández, Sara García y René Cardona. Hasta que llovió en Sayula, comedia vernácula en la que lleva el papel principal y en la que el crítico Emilio García Riera, califica la presencia del “Chaflán” de excelente. Rancho alegre, película en la que aparece en tercer lugar en los créditos, después de Raúl de Anda y Carmen Conde.
1941: ¡Ay Jalisco, no te rajes! Película en la que el papel estelar lo llevan Jorge Negrete y Gloria Marín, en la que por cierto en los créditos aparece el “Chaflán” en tercer lugar, por sobre Víctor Manuel Mendoza, Ángel Garasa, Evita Muñoz y Miguel Inclán, Curiosamente muchos lo han llegado a considerar como patiño de Jorge Negrete, cuando no fue así, pues es en esta película, en la única que actuó al lado del charro cantor; por cierto que en esta película Emilio García Riera considera al “Chaflán” más simpático y mejor actor cómico que Ángel Garasa. La Isla de la Pasión, en la que comparte créditos con Pituka de Foronda, David Silva, Isabela Corona y Pedro Armendáriz.
1942: La última aventura del “Chaflán”, en la que llevando el papel protagónico, interpreta a un músico vago capitalino, que con un compañero va al mineral del Dorado, en donde corren diversas aventuras de final feliz, como comandantes de policía en contra de los bandidos, en medio de una avalancha de gambusinos, rameras, músicos y malvivientes. La cinta tuvo una suerte no tan feliz y quizá valga más por el debut en el cine mexicano de la cubana María Antonieta Pons, que descubrimiento de Juan Orol, baila en la cinta una rumba de padre y señor nuestro.
Esta película tiene un estreno póstumo, pues nuestro ilustre paisano “El Chaflán” fallece ahogado muy cerca de Tapachula, Chis., el 13 de febrero de 1942 y fue estrenada el 16 de marzo de 1945 en los cines Rialto, Odeón, Edén, Rívoli, Tepeyac, Venecia y Tacaba, durando en cartelera apenas una semana. Precisamente por su fallecimiento lleva como título La última aventura del “Chaflán”, y no Avalancha o Los emigrantes, como en un principio había sido bautizada.
De esta manera La última aventura del “Chaflán”, producida por Majestic Films, dirigida por Manuel R. Ojeda, argumento de Héctor Martínez Támez, fotografía de José Ortiz Ramos, música de Raúl Lavista, canciones de Arturo Núñez y Caballero Pálido, sonido de José B. Carles y escenografía de Ramón Rodríguez Granada, sí resultó la última aventura cinematográfica del “Chaflán”, actor durangueño que con esfuerzo, gracia, simpatía y calidad histriónica, supo escalar desde los más modestos lugares hasta los primeros créditos de lo que ha sido llamado el séptimo arte, y que por eso mismo merece que se le recuerde al lado de nuestras estrellas Ramón Novarro, Dolores del Río y Andrea Palma, que nacidas en Durango, refulgen en el firmamento universal hasta formar una constelación de dimensiones diáfanas e inconmensurables.