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El mapa existencial de ‘Fenotipo I’

El mapa existencial de ‘Fenotipo I’

El mapa existencial de ‘Fenotipo I’

Sac-Nicté Calderón

El pintor duranguense Edgar Mendoza obtuvo el Premio Modportrait.

Un cuadro de Edgar Mendoza es invariablemente una conversación. Si la mirada se detiene en “Lumen”, en “Estación 33”, en cualquiera de sus obras, los personajes, que habitan escenas que confirman, una vez más, que el realismo mágico no es exclusivo de la literatura, entablan una serie de diálogos con el espectador que provocan o responden preguntas, que maravillan o abruman. Como pasa siempre con el arte, uno logra encontrar en él lo que ya se lleva dentro, y Edgar Mendoza despierta esa serena y mágica confianza que dice que sí, que lo que se observa es real.

Las miradas limpias son una de las características de su pintura. Y es una de las armas de seducción de “Fenotipo I”: los ojos apenas rodeados de arrugas, los pequeños labios entreabiertos, los lunares, las manchas en la piel... A Edgar Mendoza le dijeron que “Fenotipo I” había ganado el 22 de febrero.

El concurso

Durante diciembre del 2013, la galería virtual Artelibre convocó al Concurso Internacional Modportrait, en colaboración con el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) y con la Fundación de las Artes y los Artistas, que actualmente son dos de las principales entidades que promueven el arte realista e hiperrealista a nivel internacional.

El jurado estuvo integrado por distintos directores de galerías y artistas, como Carlos Muro, Iris Lázaro, Zhaoming Wu, Nancy Hoffman, y Don Eddy, entre otros.

Fenotipo I

“Fenotipo I” es un cuadro que pertenece a la producción realizada por el pintor durante 2012, y fue creado para la exposición de “Realismo” de la Galería Santiago Echeberria de Madrid. “El cuadro está ejecutado técnicamente con un estilo pictórico hiperrealista que implica largas y arduas jornadas de trabajo en las que se impone la paciencia, la concentración y en las que como pintor tienes que hacer uso de una técnica muy compleja”, explica.

“Fenotipo I” habla con el espectador, y ese es uno de los objetivos principales que tuvo Mendoza al pintarlo: “es un retrato psicológico que requería mostrar muchos detalles faciales a manera de un mapa existencial externo e interno del personaje, una personalidad que necesitaba expresarse”. Al cuadro lo rodea una atmósfera limpia que contrasta con un cabello rubio, unos ojos verdes, una lágrima en la mejilla izquierda, un rostro cargado de detalles “que intenta conversar con el espectador sobre sus sentimientos y emociones independientemente de su aspecto hiperreal”.

Obsesiones pictóricas

La “obsesión pictórica” de Edgar Mendoza siempre ha sido la realidad. Sin embargo, el pintor nunca tuvo una enseñanza académica en ese estilo: “en mis inicios la escuela de pintura de Durango fue la mejor opción que tuvimos, pero lamentablemente la institución tenía muchos problemas internos y carencias que se reflejaban en la educación que se impartía en aquellos años, desde luego el realismo no formaba parte de la enseñanza, esta técnica brillaba por su ausencia y de alguna manera supongo que era considerado un estilo inferior y arcaico. Estos comentarios sobre la escuela los digo con todo respeto y objetividad ya que por todos es sabido que dicha institución sí contó con un pasado prestigioso en otras épocas protagonizadas por el Maestro Francisco Montoya. Aún así la escuela me dio la oportunidad de iniciarme en este oficio y continuar mi camino con nuevas herramientas gracias a profesores como Guillermo Bravo y Marcos Martínez”.

Desde 2002, Mendoza radica en Alicante, España, país que es considerado un referente de la pintura realista, “estar aquí y formar parte de este movimiento artístico ha sido fundamental en mis últimas etapas de crecimiento, ya que al existir tanta calidad a tu alrededor, aprendes del trabajo de tus colegas y estimulas tu propio crecimiento sin alimentar vicios o complejos de superioridad”. Actualmente, su trabajo se encuentra en un proceso en el que experimenta cambios técnicos y conceptuales, con un interés en transmitir aspectos psicológicos y metafísicos con imágenes limpias y sintetizadas.

Un cuadro de Edgar Mendoza es invariablemente una conversación. El diálogo, sin embargo, se transmite de esencia a esencia, de lo que guarda el arte a lo que el espectador interpreta.

Escrito en: Mendoza, Edgar, cuadro, pintor

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