Beneficios de comer alimentos enlatados

Mucho se ha dicho sobre los alimentos enlatados, la mayoría de las veces de manera negativa; sin embargo, éstos tienen más ventajas de lo que se piensa, ya que permiten mantener en buen estado la comida, ingerir frutas y verduras fuera de temporada, entre otras cuestiones.

Además, tienen mayor cantidad de nutrimentos que los preparados en casa, gracias a los procesos industriales que logran conservar mejor las vitaminas y minerales de los alimentos.

"Otro punto importante es que aseguran una mayor higiene en los procesos de elaboración", señala Édgar Ríos, jefe de Producción de Tapa Sanitaria y Abre Fácil de La Costeña.

Los productos de conservas han ampliado sus contenidos, que van desde sencillos alimentos hasta platos más completos y elaborados. Las latas son las mejores aliadas para preparar entradas, elaborar salsas, aderezar las pastas o para incluir esa ración de legumbre o de pescado que se resiste a aparecer en la cotidianidad.

Actualmente, las mayoría de los botes tienen una recubierta plástica interna que alargan la vida del producto en el anaquel y protege los alimentos, por lo que ya no es necesario eliminar los envases que están abolladas.

Los envases también impiden la entrada de oxígeno y microorganismos, así como de ser resistente a golpes y rupturas, características ideales para la preservación de alimentos y bebidas.

"El recubrimiento es flexible, si la lata es golpeada y se abolla no se rompe, logrando que el metal nunca entre en contacto con el alimento, por lo que no representa problemas para la salud. Además evita el sabor a fierro que puede presentarse en productos enlatados, ayuda a conservar el sabor, olor y apariencia", indica.

Los productos enlatados no contienen plomo ni arsénico, actualmente son cerrados herméticamente y sellados con soldadura electrostáticas para evitar contaminación y no producen botulismo ni cáncer como se decía.

No contienen conservadores dañinos para el organismo, ya que se pasteurizan aplicándoles temperaturas perfectamente controladas para eliminar todo microorganismo que pudiera alojarse.

Las pruebas de vida de un producto es de hasta 10 años, aunque se recomienda que se consuma en los primeros cuatro años de su elaboración; sin embargo, la demanda de los productos ocasionan que no queden en las tiendas.

Las compañías siguen estándares de calidad para garantizar la frescura y seguridad de los alimentos.